y esperar de los cielos a su Hijo, al cual resucitó de los muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera1 Tesalonicenses 1:10
Pablo escribe la primera carta a los Tesalonicenses poco después de haber predicado el evangelio allí en su segundo viaje misionero. La preocupación del apóstol era que había salido de Tesalónica en medio de gran persecución (Hechos 17:5,10) y que los creyentes pudieran haberse desanimado a raíz de las pruebas (1 Tesalonicenses 3:1-5). Es por eso que envía a Timoteo para conocer de la condición de la iglesia y éste, cuando regresa, da un reporte muy positivo y animador al apóstol que motiva a Pablo a escribir esta primera carta.
Los tesalonicenses estaban viviendo en medio de tribulación y tentación. La tribulación por las pruebas de parte de quienes se oponen al evangelio (2:13-16), y tentación de volver a la vida inmoral que reinaba a su alrededor (4:1-8). En estas circunstancias la Palabra de Dios había actuado efectivamente en ellos para su animación, protección y dirección (1 Tesalonicenses 2:13). De igual manera, la Palabra de Dios es nuestra fortaleza en cualquier circunstancia en que nos encontremos.
El tema principal de la carta a los Tesalonicenses es la venida de Cristo. Hay una referencia en cada capítulo sobre la venida de Cristo (1:10; 2:19; 3:13; 4:15; 5:23) que destacan diferentes aspectos de Su venida. Era una iglesia con poco tiempo de haber sido establecida, sin embargo, estos creyentes ya habían sido enseñados en cuanto a los eventos futuros (5:1) y continuaban aprendiendo sobre esto.
Hay mucho que podemos aprender de ellos y junto con ellos al leer la carta a los Tesalonicenses, lo cual procuraremos hacer en otros devocionales más adelante.
Esperando la venida del Señor,
que esto sea nuestro anhelo por amor.
¡Nuestro amado, señalado,
señalado entre diez mil!
Miguel Mosquera
Comparte este artículo