Moisés estuvo en tres casas diferentes antes que Dios lo llamara para liberar a su pueblo. Fue escondido por tres meses en casa de sus padres. Luego fue criado en casa de la hija de Faraón y finalmente estuvo en casa de Jetro, en Madián.

El tiempo en que nació Moisés no pudo ser más inoportuno y peligroso. Habría preocupación en los padres cada día sin saber si iban a poder seguir escondiéndolo. Dios estaba protegiendo a Moisés a pesar del gran peligro afuera.

No sé, realmente, si se podría decir que estaba libre de peligro en casa de Faraón, ya que este perverso rey no estaría muy contento de tener un niño hebreo en su propia casa. Pero, a pesar de estar en la misma casa del enemigo Dios siguió protegiéndolo.

Luego, por cuarenta años, Moisés vivió alejado de Egipto y del pueblo de Dios, en la tierra de Madián. Ya no tenía interés de liberar a Israel, como lo había querido antes, pero la distancia y el desánimo no impedirían que Dios cumpliera sus propósitos.

Es posible que sintamos que vivimos en tiempos peligrosos y las circunstancias se muestren muy desfavorables. Las proyecciones del futuro no dan mucho ánimo tampoco, pero recordemos que no hay ninguna circunstancia, peligro o distancia que impidan que Dios lleve a cabo sus propósitos. Confiemos en Él.

Mi fe espera en Ti, Cordero, quien por mí 
fuiste a la cruz. 
Escucha mi oración, dame tu bendición; 
llene mi corazón tu santa luz. 

A ruda lid iré, y pruebas hallaré; 
mi guía sé. 
Líbrame de ansiedad, guárdame en santidad, 
y por la eternidad te alabaré.
(Ver himno completo)

Miguel Mosquera