El bautismo de bebés no se encuentra en ningún lugar de la Biblia, no lo encontramos enseñado ni tampoco practicado. Sin embargo, es muy practicado varios círculos religiosos, siendo la Iglesia Católica el principal de éstos, aunque no los únicos. Muchos dicen que, aunque no está en la Biblia explícitamente, es algo bueno, apropiado o conveniente. Esta no es razón válida.
Especialmente en círculos religiosos muchos toman diferentes citas bíblicas para apoyar esta razón, otros toman citas de padres de la iglesia o de cristianos en tiempos antiguos. El asunto es que cuando la Palabra de Dios nos habla abundantemente sobre el tema del evangelio y del bautismo, es de allí que debemos obtener nuestra enseñanza, no de hombres que expresan su opinión sobre lo que es bueno o apropiado.
El apóstol Pablo mismo no se puso por encima de la Palabra de Dios cuando dijo: “Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema” (Gálatas 1:8). Ni siquiera el apóstol mismo o un ángel del cielo tenían la autoridad de cambiar el evangelio revelado por Jesucristo, ya que estarían colocándose por encima de Dios, su autoridad y Palabra.
Si algo no está en la Palabra de Dios y además contradice la enseñanza divina, sencillamente no es bueno, ni apropiado, ni conveniente; así venga de hombres respetados.
1. El bautismo de bebés va en contra de la práctica del bautismo
Cada vez que vemos referencias en las Escrituras al bautismo siempre se está refiriendo a la inmersión de la persona en agua. El diccionario de palabras del Nuevo Testamento por W. E. Vine dice que la palabra ‘bautismo’ es “el proceso de inmersión, sumersión y emersión usada en relación con el bautismo de Juan y al bautismo cristiano”. Además, el verbo ‘bautizar’ significa: “sumergir en un líquido y era usado entre los griegos para referirse al teñido de una tela o a sacar agua, al sumergir un envase dentro de otro”.
Este significado guarda relación con lo que lo que leemos en diversos pasajes, tanto en relación con el bautismo de Juan como el bautismo cristiano:
El bautismo de Jesús: “Entonces Jesús vino de Galilea a Juan al Jordán, para ser bautizado por él… Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua” (Mateo 3:13,16)
En el caso de Juan el Bautista: “Juan bautizaba también en Enón, junto a Salim, porque había allí muchas aguas; y venían, y eran bautizados” (Juan 3:23)
El bautismo del eunuco: “Y mandó parar el carro; y descendieron ambos al agua, Felipe y el eunuco, y le bautizó” (Hechos 8:38)
No es posible sumergir a un bebé recién nacido en el agua, por lo que han tenido que rociarle con agua; por lo que el bautismo de bebés va contrario a la práctica del Nuevo Testamento del bautismo.
2. El bautismo de bebés va en contra de la doctrina del bautismo
La razón por la cual el bautismo se trata de sumergir a la persona en el agua no es simple capricho, sino que que hay un significado detrás de esto.
Romanos capítulo 6 nos explica el significado del bautismo: “Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva” (Romanos 6:4).
Cuando la persona es sumergida en el agua está simbolizando su muerte y sepultura, y cuando sube del agua está simbolizando su resurrección y vida nueva. Esta es la razón por la que, en el libro de los Hechos, solamente fueron bautizados creyentes, es decir, personas que ya habían sido salvas por la fe en Jesucristo. Ellos estaban dando un testimonio externo, por medio del bautismo, de una realidad interna que había ocurrido al momento de su salvación. El bautismo siempre viene posterior a la conversión (Marcos 16:16; Hechos 2:42; Hechos 8:38).
Cuando el apóstol Pablo explica la doctrina del bautismo no hace ninguna referencia al pecado original ni tampoco a la capacidad del bautismo para limpiar los pecados. Es un símbolo. El agua no tiene ningún poder de limpiar los pecados, lo dijo el profeta Jeremías mucho tiempo antes: “Aunque te laves con lejía, y amontones jabón sobre ti, la mancha de tu pecado permanecerá aún delante de mí, dijo Jehová el Señor” (Jeremías 2:22). Los mismos sacrificios del Antiguo Testamento, aunque también fueron establecidos por Dios, no tenían ningún poder para limpiar los pecados: “porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados” (Hebreos 10:4).
Los bebés no tienen conciencia de pecado ni tampoco la capacidad de poner su fe en Cristo como Salvador, así que no ha habido en ellos ninguna realidad de salvación, por lo que el bautismo de bebés no es más que un ritual con ningún efecto sobre la vida espiritual.
3. El bautismo de bebés es contrario al evangelio
El Espíritu Santo nos da abundantes referencias en la Biblia de que la salvación se recibe por la fe en el Señor Jesucristo:
- Juan 3:16 – “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”
- Efesios 2:8-9 – “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe”
- Juan 5:34 – “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida”
- Juan 1:12 – “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios”
- Hechos 10:43 – “De éste dan testimonio todos los profetas, que todos los que en él creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre”
- Juan 12:46 – “Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas»
- Romanos 3:24,27-28 – “siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús… ¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley? ¿Por la de las obras? No, sino por la ley de la fe. Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley”
- Romanos 6:23 – “Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro”
La salvación es por gracia, es un regalo que Dios ofrece por medio del Señor Jesucristo. Cristo pagó el precio de nuestra salvación y ha dejado disponible ese regalo al alcance de todos, sin distinción de personas. Ese regalo solamente se recibe por la fe en Cristo, confiando de corazón que su obra en la cruz es suficiente para el perdón de sus pecados.
Un bebé recién nacido no ha escuchado el evangelio, ni tampoco puede poner su confianza en Cristo, así que bautizarlo para borrar el pecado original es contrario al mensaje del evangelio y contrario a la obra suficiente de Cristo en la cruz. Solamente la sangre de Cristo es eficaz para limpiar el pecado (1 Juan 1:7).
4. El bautismo de bebés da una falsa esperanza y trae confusión a la persona
El bebé que ha sido bautizado, una vez que crece queda confundido en cuanto a su condición espiritual. Tiene una falsa esperanza sobre su bautismo el cual no fue su decisión ni tampoco estaba consciente de lo que estaba haciendo porque era un bebé. Le será más difícil darse cuenta, más adelante en su vida, de que es un pecador delante de Dios en la necesidad de un Salvador.
Si la persona no tomó la decisión de ser bautizada, ese bautismo de bebé no tendrá ningún efecto positivo ni espiritual sobre la persona, lo que sí va a traer es confusión. ¿Cómo puede entender el evangelio? ¿Cómo se le explica cuando crezca que ese bautismo no le salvó y que necesita poner su fe en Jesucristo? Lo primero que la persona se preguntará será: ¿para qué entonces me bautizaron de bebé? Y es precisamente el grave error que se comete al mantener esta práctica.
5. El bautismo de bebés no es un reemplazo del ritual judío de la circuncisión
Cuando Dios hizo el pacto con Abraham le dio la señal de la circuncisión, y luego mandó al pueblo de Israel que todo varón fuera circuncidado al octavo día (Levítico 12:3). No hay absolutamente ninguna relación entre una cosa y otra, ni tampoco se puede inferir en el Nuevo Testamento que el bautismo reemplaza la circuncisión.
La circuncisión era una señal para los judíos, nada que ver con la iglesia, y era practicado solamente a niños varones. Tristemente, en varias ocasiones algunos de los judíos convertidos trataron de agregar algunos de los rituales judíos a la iglesia. El capítulo 15 de Hechos trata sobre este tema, porque algunos decían: “Si no os circuncidáis conforme al rito de Moisés, no podéis ser salvos” (Hechos 15:1). Los ancianos y los apóstoles se reunieron para tratar el asunto concluyendo: “antes creemos que por la gracia del Señor Jesús seremos salvos, de igual modo que ellos” (v.11).
Pablo escribe a los gálatas tratando el mismo tema y les advierte sobre “los falsos maestros introducidos a escondidas, que entraban para espiar nuestra libertad que tenemos en Cristo Jesús, para reducirnos a esclavitud” (Gálatas 2:4). El resto de la carta trata el mismo asunto, que al tratar de agregar rituales al evangelio se está pervirtiendo el evangelio (Gálatas 1:6-7).
Decir que ambas son señales y por lo tanto una sustituye a la otra es saltar un abismo muy grande, yendo más allá de lo que el Espíritu Santo revela en las Escrituras.
Refutando argumentos
Algunos alegan que no hay referencia al bautismo de bebés en el Nuevo Testamento porque apenas el evangelio se estaba comenzando a anunciar, por lo que todos los creyentes serían la primera generación de salvados, no había hijos de creyentes en ese entonces. Esta no es razón para practicar el bautismo de bebés.
Si consideramos que el día de Pentecostés ocurrió aproximadamente en el año 33 d.C. y la última epístola escrita fue escrita por el apóstol Juan alrededor el año 90 d.C., tenemos casi 60 años de historia en la que el Nuevo Testamento fue escrito. ¿Piensa que en 60 años ningún creyente tuvo hijos como para que se presentara la oportunidad de dejar plasmado en la doctrina de los apóstoles la enseñanza y práctica del bautismo de bebés? Sin duda que serían muchos los creyentes que tuvieron hijos durante ese período, sin embargo, no hay ninguna enseñanza sobre el tema.
Otros toman las referencias a hombres que fueron bautizados junto con su familia para apoyarse del bautismo de bebés. Si bien en el libro de Hechos usa la palabra ‘casa’ para referirse a la familia, no debe asumirse que la familia incluía bebés y que éstos fueron bautizados. Veamos algunos ejemplos:
- Cornelio y familia: se dice de él que era “piadoso y temeroso de Dios con toda su casa”, y luego que “mandó bautizarles en el nombre del Señor Jesús”. Aquí no hay referencia directa a bebés y cuando Pedro relata los acontecimientos en el capítulo 11, dice las palabras del ángel a Cornelio: “haz venir a Simón… él te hablará palabras por las cuales serás salvo tú, y toda tu casa” (Hechos 11:13-14). Es evidente que la familia de Cornelio tenía suficiente edad como para escuchar las palabras de Pedro y ser salvos.
- Lidia y su familia: en Hechos 16 una mujer llamada Lidia fue salva y se dice: “cuando fue bautizada, y su familia” (Hechos 16:15). Que haya referencia a la familia no indica que bebés fueron bautizados. Habría que salir del contexto del pasaje y agregar pensamientos para utilizar esta porción como apoyo.
- El carcelero de Filipos: en Hechos 16 se nos dice que “se bautizó él con todos los suyos”. Nuevamente, no se puede inferir aquí que parte de los que se bautizaron eran bebés. No hay ninguna referencia a ello. Más bien el contexto nos da a entender lo contrario, porque dice que “le hablaron la palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa… y se regocijó con toda su casa de haber creído a Dios” (Hechos 16:32,34). La familia también escuchó el mensaje de Pablo y Silas y también creyeron a Dios. Es suficiente evidencia para entender que no se trataba de bebés.
Un último pasaje a considerar es 1 Corintios 7:14, donde dice que “el marido incrédulo es santificado en la mujer, y la mujer incrédula en el marido; pues de otra manera vuestros hijos serían inmundos, mientras que ahora son santos”. Obviamente, la referencia a la ‘santificación’ en relación con el marido y con los hijos no tiene que ver con la salvación, sino más bien con ‘separación’, en el sentido que el padre creyente ejerce una influencia positiva y piadosa en el hogar. Esto se debe a la convicción de dicho creyente en la Palabra de Dios y a su testimonio e influencia positiva en el hogar, no tiene nada que ver con un ritual de bautismo aplicado a los niños.
Concluimos, pues, que el bautismo de bebés no es bíblico ni conveniente, sino que es contrario a la enseñanza del Nuevo Testamento en relación con el evangelio, el bautismo y la gracia de Dios. No tiene ningún efecto sobre la condición espiritual de una persona ni tampoco otorga ninguna gracia de parte de Dios, al contrario, confunde a la persona.
Si su confianza está en su bautismo cuando era bebé, todavía está en sus pecados y necesita la salvación que Cristo ofrece.
Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvosHechos 4:12
Miguel Mosquera
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