«Bajo la sombra del deseado me senté» Cantares 2:3
El libro de Cantares describe la hermosa relación entre el rey Salomón y la mujer sulamita. Salomón al escribir usa muchas figuras para que podamos visualizar y entender los sentimientos que hay en ellos. La sulamita distingue a su amado de otros y lo compara con el manzano entre los árboles silvestres. No está despreciando los otros jóvenes sino haciendo resaltar que su amado es único, especial y no hay otro que pueda ocupar el lugar de su amado en su corazón.
¿Qué lugar ocupa Cristo en tu corazón? ¿Qué tan especial es El para ti? Nada en el mundo puede compararse con Él ni debe ocupar el lugar que el merece en nuestro corazón.
Pero para la sulamita decir que se sentó a la sombra de este «árbol» tiene mucho significado. Ella menciona en el capítulo 1 que ella es morena a causa del sol y la razón es porque sus hermanos la rechazaron y la obligaron a trabajar en el sol cuidando sus viñas. Para ella estar a la sombra de un árbol es un descanso, le hace olvidar lo que sus hermanos le han hecho. Así el amor de Salomón le hace a ella descansar y olvidar el desprecio de su familia. Salomón es el deseado, ella anhela estar con el. Se siente segura y protegida, se siente amada y apreciada.
Qué grato para un creyente estar a la sombra de nuestro Señor Jesucristo. Nos podemos sentir confiados y protegidos, el nos ama y nos cuida. La Cruz nos muestra que su amor por nosotros es incondicional. Que podamos anhelar estar tiempo en su presencia, a la sombra del Deseado.
Miguel Mosquera