… y serán benditas en ti todas las familias de la tierra Génesis 12:3
El Dios de la gloria apareció a Abraham y lo llamó para que saliera de su tierra y de su parentela a la tierra que Dios le indicaría. Había también una promesa que estaba ligada a ese llamamiento: Dios iba a hacer de Abraham una nación grande, le iba a bendecir e iba a engrandecer su nombre. Abraham salió por la fe, en obediencia a Dios, sin saber a dónde iba.
Dios tenía un propósito al escoger a Abraham y era el de bendecir a todas las familias de la tierra. La elección de Abraham no era una manera de excluir al resto del mundo, sino más bien el canal por el cual Dios iba a incluir a todas las familias de la tierra en sus bendiciones. Al bendecir a Abraham, Dios esperaba que su bendición fluyera a otros, e incluso a todos.
Dios también tiene un propósito al salvarte. Dios te ha bendecido con la salvación, y aun más, “con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo” (Efesios 1:3) y quiere que también seas de bendición a otros. Ser de bendición es procurar “ocuparnos de buenas obras” (Tito 3:8), es también mostrar las abundantes riquezas de su bondad para con nosotros (Efesios 2:7), reflejar el carácter de Cristo en nuestras vidas para que otros puedan conocer a la Fuente de bendición. No somos nosotros la fuente de la bendición sino un canal para llevar a otros a conocer a Cristo como Salvador y Señor. ¿Cómo puedes ser hoy de bendición para otros?
Somos barro solamente,
pero con tu gran poder,
si nos llenas plenamente,
bendición podremos ser.
Miguel Mosquera