La compasión es cuando la condición de una persona toca el corazón de otra y eso lo impulsa a hacer algo. La compasión es una de las características de Dios y es en medio de un sufrimiento muy profundo y doloroso, como lo vemos en la vida de Job, que aprendemos de esta característica de Dios: «He aquí, tenemos por bienaventurados a los que sufren. Habéis oído de la paciencia de Job, y habéis visto el fin del Señor, que el Señor es muy misericordioso y compasivo» (Santiago 5:11).
En tres oportunidades en el libro de Mateo vemos que el Señor Jesucristo tuvo compasión por la multitud:
Se compadece en nuestras necesidades espirituales:
Nos dice Mateo 9:36 «Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor». Tristemente así es la vida de aquel que todavía no ha creído en Cristo, el Buen Pastor. Están dispersos, desamparados y desprotegidos. David, que escribió el Salmo 23, habla de su relación con Dios como su Pastor. Él dice «Me guiará por sendas de justicia», no estaba disperso. Luego dice «No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo», no estaba desamparado. Más adelante «Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores», aunque el enemigo está presente no hay temor alguno sino más bien el disfrute de la comunión y bendición del Señor; no estaba desprotegido.
Se compadece de nuestras necesidades físicas:
Mateo nos dice también que «saliendo Jesús, vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, y sanó a los que de ellos estaban enfermos» (Mateo 14:14). No había enfermedad que el Señor no pudiese sanar, tal es su poder. A veces pensamos que en medio de nuestro sufrimiento el Señor está lejos y no se interesa mucho por nosotros. Al contrario, Su corazón se muestra compasivo en medio de nuestras enfermedades. En ocasiones Él sanará la enfermedad, de acuerdo a su voluntad, en otras ocasiones Él tiene un propósito más allá con esa enfermedad pero le podemos escuchar decir: «Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad» (2 Corintios 12:9). Pablo rogó tres veces para que le fuera quitada esta enfermedad pero Dios no lo hizo, no porque no podía o porque el apóstol no tuviera fe, sino para que Dios se glorificara en medio de esa debilidad.
Se compadece de nuestras necesidades materiales:
Por último escuchamos al Señor decir: «Tengo compasión de la gente, porque ya hace tres días que están conmigo, y no tienen qué comer; y enviarlos en ayunas no quiero» (Mateo 15:32). La multitud tenía hambre y el Señor no los iba a dejar en necesidad. No los iba despedir hambrientos y tuvo compasión de ellos. Mientras estemos con Cristo, Él va a suplir nuestras necesidades materiales también. No significa que vamos tener mucho dinero sino que Él nos dará lo que necesitamos.
Nuestro Salvador se compadece de nosotros, podemos confiar y descansar en Él. «Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro» (Hebreos 4:16).
Miguel Mosquera
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