He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantadoDaniel 3:17-18
¿Qué hubiera pasado si Dios no hubiese librado a Sadrac, Mesac y Abed-nego del horno de fuego? Las palabras que estos hombres le dicen al rey no muestran duda en cuanto a Dios, al contrario, demuestran una dependencia plena en Dios. Cualquiera fuera el final de la historia, no iba a condicionar la fidelidad de Dios hacia ellos ni tampoco la fe de ellos en Dios. Si estos tres hombres morían en el horno de fuego, no sería por la debilidad de Dios sino por la voluntad de Dios. Ellos confiaban en el poder de Dios para librarlos, pero también estaban conscientes de que la voluntad de Dios para ellos pudiera ser morir en ese momento.
Muchas veces ponemos condiciones a Dios para nuestro servicio. «Si Dios hace esto por mí, entonces yo voy a servir con más esfuerzo». O también, «si he estado haciendo lo que Dios quiere, entonces Dios tiene que librarme de problemas y ayudarme a prosperar». A veces juzgamos la fidelidad de Dios en base a las circunstancias, pero no debe ser así. Dios es fiel. Su fidelidad no está condicionada y la nuestra tampoco debe estar.
El servicio y la fidelidad del Señor Jesucristo nunca estuvo condicionada. Él siempre hizo la voluntad del Padre y lo que le agrada al Padre. Él dijo: «Mi comida es que haga la voluntad del que me envió» (Juan 4:34). ¿Será que eso significaba que la vida del Señor iba a estar libre de problemas? De ninguna manera. Al contrario, vemos que tuvo muchos enemigos. ¿Será que entonces Cristo sería librado de sus enemigos porque Él hacía la voluntad de Dios? Tampoco. Humanamente hablando, vemos que los enemigos consiguieron su objetivo al crucificar al Señor. Cristo sabía desde el principio que Él tenía que ir a la cruz, que sería rechazado, traicionado, entregado y crucificado. El saber esto no puso una condición en su servicio. Más bien amó a Dios con todas sus fuerzas, toda su mente, toda su alma, por lo cual, en su momento, Dios también lo exaltó.Es posible que Dios nos haga pasar por pruebas con un propósito. Es posible que Dios permita aparentes «derrotas», pero no es que Él haya fallado a sus promesas, sino que obra de acuerdo a su soberanía y voluntad y más adelante comprenderemos las razones de su plan.
¿Cuál era la condición para Sadrac, Mesac y Abed-nego? No había condición, pero sí había convicción. ¿Servirías a Dios con el mismo esfuerzo aun si el final de tu historia no es el que esperas?
Miguel Mosquera
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