Hablando a todos

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Esta, presentándose en la misma hora, daba gracias a Dios, y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención en JerusalénLucas 2:38

Hablamos mucho y con muchas personas, y mucho de lo que decimos realmente no tiene mucho valor. Sin embargo, no hay mejor tema de conversación que el que tenía esta mujer, Ana, con las personas a su alrededor, el tema de su conversación era Cristo.

Ella no podía callar acerca de esto. Había tenido la bendición de haberlo conocido personalmente y eso era motivo de agradecimiento a Dios. Ahora tenía el gran privilegio de ser usada por Dios para hablarle a otros acerca del niño, acerca del Señor Jesucristo. De la misma manera, nosotros como creyentes, hemos tenido la bendición de conocerle como nuestro Salvador y el Señor nos ha permitido el privilegio de poder testificar acerca de Él.

El Señor envió a aquel endemoniado, diciéndole: «Vuélvete a tu casa, y cuenta cuán grandes cosas ha hecho Dios contigo» (Lucas 8:39). Los cristianos que fueron dispersados, debido a la persecución en Jerusalén, «cuando entraron en Antioquía, hablaron también a los griegos, anunciando el evangelio del Señor Jesús» (Hechos 11:20). Los leprosos que estaban a la entrada de Samaria se dijeron el uno al otro: «No estamos haciendo bien. Hoy es día de buena nueva, y nosotros callamos… Vamos pues, ahora, entremos y demos la nueva en casa del rey» (2 Reyes 7:9). Somos «pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable» (1 Pedro 2:9).

Dios tiene un propósito por el cual estás en el lugar donde estás. Somos la luz del mundo y no debemos dejar de brillar en este mundo oscuro. Que seamos como los apóstoles, quienes dijeron «no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído» (Hechos 4:20).

Miguel Mosquera

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