Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otrosJuan 13:34
Amarnos los unos a los otros es un mandamiento antiguo. Dios había dicho hace muchos años, en Levítico 19:18 en Levítico 19:18: «amarás a tu prójimo como a ti mismo». Entonces, ¿qué tiene de nuevo? El mandamiento antiguo enseñaba a amar a otros como a uno mismo. Cristo no enseña a amar a otros, «como yo os he amado».
Cristo es la misma esencia del amor, por eso el amor de Cristo es un amor muy superior. El amor de Cristo es un amor real, no es solo palabras. Es un amor sacrificial, que lo entrega todo. Es un amor incondicional, que no hace acepción de personas. Es un amor inusual, ya que no espera nada a cambio. Es un amor sin igual, porque es único. Es un amor eternal, porque no hay nada que nos pueda separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús, Señor nuestro. La ley decía: «cumple conmigo y tendrás bendición». Cristo dice: «aunque no hayas cumplido, te puedo dar la salvación». Los que hemos sido salvos, hemos conocido la grandeza y la bendición de este amor, el cual debe reproducirse en nuestro trato a otros.
1º Corintios 13 nos describe 15 características del amor. «El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser». Puede cambiar la palabra amor por «Cristo», porque todo lo que se cumple acerca del amor también se cumple en el carácter del amado Hijo de Dios.
Por eso el Señor dijo: «Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos» (Juan 15:13). Entonces, ¿amas a tu hermano? ¿lo amas como a ti mismo? Todavía te falta, ámalo como Cristo te ama.