Y Moisés les respondió: Esperad, y oiré lo que ordena Jehová acerca de vosotrosNúmeros 9:8
Vivimos en un mundo donde muchas cosas se pueden obtener rápidamente. Cada vez nos cuesta más esperar por algo. Al mismo tiempo, a lo largo de tu vida te has dado cuenta que las decisiones apresuradas siempre terminan teniendo consecuencias negativas y, en algunas de ellas, todavía estás sufriendo esas consecuencias.
No hay duda que un ejemplo en las Escrituras de esto es el rey Saúl. El pueblo de Israel se había reunido para pelear contra los filisteos. El enemigo parecía estar listo para la batalla mientras que Israel estaba a la espera de Samuel para ofrecer el holocausto. Saúl esperó siete días, que le parecieron una eternidad, y, no queriendo esperar más, ofreció el holocausto. Terminando de ofrecer el sacrificio llegó Samuel y le dijo: «¿Qué has hecho?… Locamente has hecho» (1 Samuel 13:11,13). ¿Por qué le parecieron siete días un tiempo tan largo? ¿Había perdido Dios el control de la situación?
Saúl no es el único que se apresura en sus decisiones, nosotros también lo hacemos. A veces esperar un día o dos es mucho tiempo. Un mes, ni hablar. Nos apresuramos a tomar el paso sin esperar las instrucciones de Dios.
Números 9 tiene mucho que decirnos en cuanto a la dirección del Señor. Allí se menciona también la nube que guiaba al pueblo de Israel por el desierto. «Cuando se alzaba la nube del tabernáculo, los hijos de Israel partían; y en el lugar donde la nube paraba, allí acampaban los hijos de Israel» (v.17). La nube podía detenerse muchos días o pocos días. «O si dos días, o un mes, o un año, mientras la nube se detenía sobre el tabernáculo permaneciendo sobre él, los hijos de Israel seguían acampados, y no se movían; mas cuando ella se alzaba, ellos partían. Al mandato de Jehová acampaban, y al mandato de Jehová partían» (vv.22-23).
En el versículo citado había un caso especial. Dios había dado instrucciones en cuanto a la celebración de la Pascua, pero estas personas habían estado inmundas el día de la celebración y no querían quedar sin el privilegio de celebrarla. Moisés no se tomó la libertad de decidir de acuerdo a lo que él pensaba. No se desesperó para darles instrucciones sin antes haberlas recibido de Dios.
¿Puedes hacer esto? Esperar y oír lo que ordena Dios acerca de ti. No hay ninguno más interesado en que sepas la voluntad de Dios sobre tu vida que Dios mismo. Él te lo dirá, en el momento oportuno. Espera y escucha, antes de seguir.
Miguel Mosquera
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