¿Es esto realmente un problema? ¿Será que siquiera importa? Permítame relatarle mi historia creciendo en un hogar donde mi papá era la principal autoridad (¡un concepto muy bíblico!) y yo me fastidiaba de estar bajo su autoridad porque pensaba que yo era el capitán de mi propio barco y que no necesitaba que nadie me guiara. Yo pensaba que sabía cuál era la meta y que sabía cómo llegar allí. ¿Le suena como la forma de pensar de un típico adolescente?
No llegué a percatarme de mi problema hasta que tenía 26 años de edad. Estaba casado, teníamos un hijo a punto de nacer, acababa de empezar un negocio con mi papá y necesitaba seriamente un cambio de actitud. Esto es exactamente lo que la Escritura manda en Efesios 6:2, “Honra a tu padre y a tu madre”. Actitud significa todo en la relación entre hijos y padres, y mi actitud también lo es todo en mi relación con los ancianos. Romanos 13:7 nos dice que debemos honra a quien merece honra, esto incluye los ancianos.
La mayoría de las Escrituras que tratan sobre nuestras relaciones con los ancianos mencionan nuestra actitud. Hay cinco palabras que resumen cómo Dios quiere que veamos a los ancianos: estimar, recordar, obedecer, amar y, por supuesto, honrar; la cual ya hemos mencionado.
Como muchas cosas en la vida, la actitud es una carretera de dos sentidos. Siempre es mucho más fácil mostrar estima, recordar, obedecer, amar y honrar a quienes primero se han acercado a nosotros de forma similar. Aquellos que esperan ser estimados deben primero estimar a aquellos de quienes esperan la estima. Lo mismo aplica para las otras cuatro responsabilidades.
Primera Tesalonicenses 5:12-13 nos recuerda que debemos reconocer a aquellos que nos presiden en el Señor y a “que los tengáis en mucha estima y amor por causa de su obra”. Estima es una palabra que tiene diferentes maneras de ver su significado, pero para nuestros propósitos, sólo diremos que lleva la idea de dar valor a algo. Así que, en mi lucha por buscar una mejor relación con mi padre, ¿sorprende que no llegué a estimarlo hasta que le di el valor como mi padre y no como la figura de autoridad? ¿Le doy un valor alto a mis ancianos? Su labor de amor a mi favor es una parte vital de la obra que Dios les ha dado. La responsabilidad que Dios le ha dado a los ancianos es como la responsabilidad dada a mis padres de proteger mi vida de peligro y desastre. Si los reconozco como verdaderos amigos que velan por mis mejores intereses, entonces será fácil estimarlos, y no simplemente altamente estimados, sino muy altamente estimados.
“Acordarse” es lo que viene en Hebreos 13:7, y la idea es estar consciente, recapitular o recordar. Solamente cuando ya era un hombre joven maduro, de unos veintitantos años, me di cuenta de los muchos sacrificios y cuidados que mi padre había mostrado mientras yo era un muchacho en crecimiento. Quizás unos minutos de reflexión también me ayudarán a estar consciente de los sacrificios que mis ancianos han hecho a mi favor, de los mensajes de enseñanza que con esfuerzo prepararon para asegurarse de que yo estuviera nutrido espiritualmente, de las muchas horas de oración que dieron al verme batallar con mis tentaciones, mi falta de interés en la asamblea, mi actitud de apatía en participar en la adoración y desarrollar los dones que Dios me ha dado.
¿Qué mejor manera de desarrollar una buena y sana relación que orar por ellos? Es difícil ser duros con las personas cuando oras por ellosA veces nos irrita lo de la obediencia. “¿Yo? ¿someterme? ¿y qué de mis sentimientos? ¿cómo pueden ellos saber lo que es mejor para mí? ¡Después de todo, ellos no andan en mis zapatos ni tampoco enfrentan los retos que yo enfrento!” Una de las cosas más difíciles para mí de darme cuenta en relación con mi padre fue que él mismo fue un adolescente y puede ser, simplemente puede ser, él ganó su sabiduría a través de las mismas batallas que yo estoy enfrentando. Sería totalmente ciego pensar que por el hecho de que mis padres no tenían la tecnología con las tentaciones que estas conllevan, entonces ellos no tuvieron los mismos retos en sus tentaciones. De la misma manera es con los ancianos. Su experiencia en el accidentado camino de la vida me puede beneficiar. Lo que ellos enfrentaron en el crisol de la prueba podría prevenirme de un accidente catastrófico que resulte en lamento y remordimiento. En el versículo 17, vemos que los ancianos velan por mi alma y darán cuenta a Dios por mí. De la misma manera yo debo dar cuenta a Dios por cómo me sometí a ellos y por las decisiones de mi propia vida. Hay un gran potencial de gran provecho en mi vida, y esto debe motivarme a escuchar a aquellos que desean guiarme, considerando “cuál haya sido el resultado de su conducta” (Hebreos 13:7).
Por último, volvemos a 1 Tesalonicenses 5. El versículo 13 nos exhorta a tenerlos en mucha estima y amarlos. Este es el amor ágape de Juan 3:16 que nos habla del amor de Dios, el amor que estuvo dispuesto a sacrificar sin esperar nada a cambio, amar aquello que no merecía ser amado. Esto debería ser suficiente como para anular las preguntas como, “¿Por qué tengo que amarlos si ellos prácticamente no muestran ningún interés en mí?”
Nuestra actitud puede llegar muy lejos. Por favor acepta el consejo de este anciano que está consciente de sus muchos defectos y limitaciones. Lo que puede ayudar enormemente es orar por tus ancianos. ¿Qué mejor manera de desarrollar una buena y sana relación que orar por ellos? Es difícil ser duros con las personas cuando oras por ellos.
El reto con el que todos nos enfrentamos es cómo corremos y cómo terminamos la carrera. Quizás en este aspecto de disfrutar una mejor relación con nuestros ancianos podemos orar por ellos, tenerlos en mucha estima por causa de su labor y amarlos en el Señor por los sacrificios que hacen por nosotros.
Miguel Mosquera
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