Y dijo a los levitas... Poned el arca santa en la casa que edificó Salomón hijo de David, rey de Israel, para que no la carguéis más sobre los hombros. Ahora servid a Jehová vuestro Dios, y a su pueblo Israel2 Crónicas 35:3
Las Escrituras no nos dicen por qué el arca del pacto se encontraba fuera del templo. Podríamos sugerir dos posibilidades para esto: que el malvado rey Manasés la había sacado para colocar la imagen fundida que había hecho para la casa de Dios (2 Crónicas 33:7) o que el rey Josías mismo la haya sacado temporalmente durante las reparaciones que estaban haciendo al templo (2 Crónicas 34:8).
Cualquiera haya sido la razón, lo cierto es que el joven rey Josías estaba convencido de que el arca del pacto debía estar en el lugar que le correspondía: la casa de Dios, en el lugar santísimo. No iba a haber avance ni bendición en su reinado si el arca del pacto no estaba en su lugar. No iba a haber libertad para el servicio de los levitas a Dios y a su pueblo mientras estuviesen cargando el arca. El arca es figura del Señor Jesucristo, en su perfecta humanidad y deidad.
En este nuevo año debe ser nuestra prioridad que el Señor Jesucristo ocupe su lugar. Colosenses 1:18 nos dice cuál es este lugar que Cristo debe ocupar: “para que en todo tenga la preeminencia”. La palabra preeminencia significa ‘el primer lugar’. Ese es el lugar que le corresponde a Cristo. En cualquier esfera de mi vida, sea la iglesia, el trabajo, la familia, la comunidad, Cristo debe ocupar el lugar que le corresponde: el primer lugar. Todo lo demás “vendrá por añadidura”.
No habrá avance ni bendición espiritual este año si Cristo no tiene el primer lugar. No habrá libertad para nuestro servicio a Dios si Cristo no ocupa el primer lugar. Que Cristo sea quien tenga la preeminencia, quien guíe nuestras decisiones y quien nos mueva a su servicio. “Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén” (Romanos 11:36).
Miguel Mosquera
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