Mas vosotros no habéis aprendido así a Cristo, si en verdad le habéis oído, y habéis sido por él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús Efesios 4:20-21
No importa hace cuánto terminó la escuela o si todavía está estudiando en una, todo cristiano está en la escuela de Dios la cual es de por vida. Siempre habrá algo que aprender, porque “el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” (Filipenses 1:6).
Hay un marcado contraste con los versículos anteriores donde el apóstol expone el andar de los que no conocen a Dios. El modelo de vida del mundo es contrario a la voluntad de Dios, por lo tanto, no debemos tomarlo como ejemplo para nosotros. Ellos andan en la vanidad de su mente, con el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios, insensibles e inmorales. Ese no es el modelo que los efesios habían aprendido, sino el modelo perfecto de Cristo.
El fundamento de nuestro aprendizaje como creyentes está en este versículo: aprender a Cristo. Pablo pudo haber dicho: ‘aprender de Cristo’, lo cual también está implícito en el contexto. Aprendemos de sus palabras y acciones, pero la idea va más allá, en que Cristo además de ser el Maestro es la Lección. Todo lo que Él es nos enseña. Dios quiere reproducir el carácter de Cristo en nosotros. Que aprendamos de sus palabras, sus acciones, su interacción con otras personas, su manera de pensar y de reaccionar, sus hábitos, sus ocupaciones y sus decisiones. Todo lo que Él es nos enseña, para que nuestro deseo sea imitarle.
No podemos renunciar a esta escuela, así que, sigamos avanzando, aprendiendo y creciendo en la gracia de Dios para que “Cristo sea formado en vosotros”.
Quiero seguir las pisadas del Maestro,
quiero ir en pos de mi Rey y Señor;
y modelando por Él mi carácter
canto con gozo a mi Redentor.
Miguel Mosquera
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