La doctrina de la Trinidad de Dios no tiene su raíz en ningún concilio religioso, sino en las Escrituras. Si bien la palabra Trinidad no aparece en la Biblia, la Palabra de Dios está llena de la enseñanza de la Trinidad. Hay otras palabras que tampoco aparecen en la Biblia, como las palabras Omnisciencia u Omnipresencia, pero hemos hecho ya referencia, en estudios sobre los atributos de Dios, de estas características que Dios nos ha revelado en cuanto a Sí mismo.
En cuanto a la Trinidad el Sr. Flanigan comenta: “Con la luz de la revelación del Nuevo Testamento estos son el Padre, Hijo y Espíritu Santo; tres Personas Divinas distintas y distinguibles, pero inseparablemente una en esencia, en conocimiento, en voluntad, en amor, en gracia y en poder, co-iguales y co-eternas. La Deidad es una, pero tres Personas; tres en uno y uno en tres”.
Indudablemente, la Trinidad Divina va más allá de nuestras mentes, lo cual no debe sorprendernos, ya que si todo lo que Dios es pudiera ser comprendido por nuestras mentes limitadas y mortales entonces dejaría de ser Dios. Es por eso que lo creemos por la fe, basado en la revelación de las Escrituras: “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay” (Hebreos 11:6). Además, esta no sería la única verdad en cuanto a Dios que va más allá de nuestras mentes porque los mismos atributos divinos trascienden nuestras mentes.
Dios es Uno
La Trinidad no enseña que hay tres dioses. Esto es contrario a las Escrituras. Bien hacían los judíos en comenzar su día con el ‘Shema’: “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es” (Deuteronomio 6:4). Esto era necesario, especialmente en un mundo gentil y pagano que creía en muchos dioses. Dios también lo dijo a través del profeta Isaías: “Y no hay más Dios que yo; Dios justo y Salvador; ningún otro fuera de mí” (Isaías 45:21).
La misma verdad es reforzada en el Nuevo Testamento en pasajes como 1 Corintios 8:4,6 "sabemos que un ídolo nada es en el mundo, y que no hay más que un Dios... para nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros para él; y un Señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de él”.
Sin embargo, negar la Trinidad trae conflictos con muchos pasajes en el Nuevo Testamento (¡y en el Antiguo también!) como lo estaremos viendo en el resto de este estudio, lo cual lleva a errores gravísimos como lo es negar la deidad de Cristo. Sería otro error no reconocer la distinción entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, como algunos enseñan que Dios es el Padre en el Antiguo Testamento, el Hijo en los evangelios y el Espíritu Santo del libro de los Hechos en adelante. Esto se ve contradicho en pasajes como el bautismo del Señor Jesucristo donde vemos al Hijo siendo bautizado en el Río Jordán, el Padre hablando desde el cielo y el Espíritu Santo descendiendo en forma corporal como de paloma (Mateo 3:16-17).
Dios Hijo y Dios Espíritu Santo
Por lo general, no hay dificultad en entender que el Padre es Dios (Juan 6:27; 1 Pedro 1:2), pero sí hay quienes insisten en negar la deidad del Hijo y del Espíritu Santo.
El Señor Jesucristo es Dios. El Nuevo Testamento nos habla de su Omnisciencia (Mateo 9:4, Juan 21:17), Omnipotencia (Mateo 28:18) y Omnipresencia (Mateo 28:20). Hizo lo que solamente Dios puede hacer, como perdonar pecados (Mateo 9:2-7), resucitar muertos (Juan 12:9) y tener control sobre su propia vida (Juan 10:17-18). Al Hijo, el Señor Jesucristo, se atribuyen obras que son únicas de Dios como la creación de todas las cosas (Juan 1:3) y el que sostiene el universo (Colosenses 1:17). Otros pasajes también hacen referencia a Cristo como Dios: Mateo 1:23; Juan 1:1; 1 Timoteo 3:16. Esto solamente por citar algunos. Los testigos de Jehová traducen Juan 1:1 diciendo: “la Palabra era un dios”, agregando el artículo “un” el cual no está en el original y cambia el significado del texto.
El Espíritu Santo es Dios. También vemos los atributos divinos en relación con el Espíritu Santo: su Omnipresencia (1 Corintios 6:19; Salmo 139:7), Omnisciencia (1 Corintios 2:10), y Omnipotencia. Es identificado como Dios en Hechos 5:3-4. En el estudio sobre La Personalidad y Deidad del Espíritu Santo hablamos más en detalle sobre esto.
La Trinidad en el Nuevo Testamento
Es muy posible que el pasaje de 1 Juan 5:7 no fuese parte del texto original del Nuevo Testamento, sin embargo, la doctrina de la Trinidad no está basada en ese solo texto, sino que abundan las referencias o alusiones a ella en el Nuevo Testamento. Solamente mencionaremos algunas:
Evangelios
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- Lucas 1:35 - “Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios”
- Lucas 3:21 - “Aconteció que cuando todo el pueblo se bautizaba, también Jesús fue bautizado; y orando, el cielo se abrió, y descendió el Espíritu Santo sobre él en forma corporal, como paloma, y vino una voz del cielo que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia”
- Lucas 4:18 - “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón”
- Mateo 28:19 enfatiza claramente la unidad: “el nombre” al mismo tiempo que habla de tres Personas: “del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”. “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándoles en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”. Es importante tomar más espacio para explicar este versículo. El lenguaje empleado por el Señor Jesucristo es maravillosamente preciso, ya que no habla en plural diciendo “los nombres del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo”. Tampoco dice “en el nombre del Padre, Hijo y Espíritu Santo” como si Padre, Hijo y Espíritu Santo fueran tres maneras de designar la misma persona. El Señor Jesús es claro en decir: el nombre [singular] del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo [tres Personas]
Adicionalmente, encontramos versículos que señala la igualdad entre el Padre y el Hijo, al mismo tiempo que se distingue uno de otro:
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- Juan 5:17-18 - “Y Jesús les respondió: Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo. Por esto los judíos aun más procuraban matarle, porque no sólo quebrantaba el día de reposo, sino que también decía que Dios era su propio Padre, haciéndose igual a Dios”
- Juan 5:22-23 - “Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo, para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió”
- Juan 10:30,38 - “Yo y el Padre uno somos … para que conozcáis y creáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre”
- Juan 14:9,11 - “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre … Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí”
- Juan 14:16 - “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre”
- Juan 16:13-15 - “cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad … El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber. Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber”
Hechos
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- Hechos 1:7-8 - “Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad; pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos”
- Hechos 2:33 - “Así que, exaltado [Hijo] por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo”
- Hechos 5:3-4 nos dice también que mentirle al Espíritu Santo es mentirle a Dios. “Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo …? … No has mentido a los hombres, sino a Dios”
- Hechos 5:31-32 - “A éste, Dios ha exaltado con su diestra por Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perdón de pecados... Y nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y también el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen”
- Hechos 7:55-56 - “Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios, y dijo: He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que está a la diestra de Dios”
- Hechos 10:38 - “cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret”
Epístolas
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- Romanos 1:1-4 - “el evangelio de Dios... acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo... que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos”
- 1 Corintios 12:4-6 - “Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo”
- 2 Corintios 13:14 - “La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros. Amén”
- Efesios 3:14,16 - “Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo … el ser fortalecidos en el hombre interior por su Espíritu”
Además de esto, notemos cuatro pasajes en las epístolas que tienen poderosas declaraciones en cuanto a la deidad de Cristo
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- Romanos 9:5 - “de los cuales, según la carne, vino Cristo, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. Amén”
- Filipenses 2:5-6 - “Cristo Jesús, el cual siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse”
- Colosenses 2:9 - “Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad”
- Hebreos 1:8 - “Mas del Hijo dice: Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo”
Podemos añadir también que la resurrección de Cristo es atribuida al Padre (Efesios 1:20), al Hijo (Juan 10:18) y al Espíritu Santo (Romanos 1:4). La obra de la salvación es atribuida al Padre (Efesios 2:4-5), al Hijo (Hebreos 7:25, Apocalipsis 5:9) y al Espíritu Santo (Tito 3:5). Los dones dados a los creyentes son impartidos por el Padre (Romanos 12:3), el Hijo (Efesios 4:8,11) y el Espíritu Santo (1 Corintios 12:7-11). La oración es otro ejemplo de esto, porque oramos al Padre (Juan 14:13), en el nombre del Señor Jesucristo (Juan 14:13-14) y guiados por el Espíritu Santo (Romanos 8:26; Efesios 6:18).
La Trinidad en el Antiguo Testamento
Bien se ha dicho que la Trinidad está implícita en el Antiguo Testamento y revelada en el Nuevo Testamento. El Sr. Warfield nos presenta la ilustración: “El Antiguo Testamento es semejante a una recámara ricamente amoblada, pero con poca luz; la introducción de luz no trae nada que no estuviera allí antes, pero trae una visión más clara de lo que mucho de lo que está allí, aunque casi no se percibiera antes. El misterio de la Trinidad no es revelado en el Antiguo Testamento, pero el misterio de la Trinidad sustenta la revelación del Antiguo Testamento, y en una u otra ocasión se deja ver. De manera que, la revelación del Antiguo Testamento no es corregida por la más amplia revelación que le sigue, sino solamente perfeccionada, extendida y ampliada”.
Habiendo visto la claridad que la luz del Nuevo Testamento nos arroja sobre este tema, podemos ver mejor el por qué el lenguaje usado en algunas porciones del Antiguo Testamento. En primer lugar, el nombre usado para Dios - ‘Elohim’ es una palabra plural, aunque siempre se usa con adjetivos y verbos en forma singular.
También vemos otros pasajes donde Dios habla de forma plural:
- Génesis 1:26 - “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza”
- Génesis 3:22 - “Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros”
- Génesis 11:7 - “Ahora, pues, descendamos, y confundamos allí su lengua”
- Isaías 6:8 - “Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros?”
Este último pasaje nos interesa notar más de cerca.
La visión del profeta Isaías
En Isaías capítulo 6 el profeta se encuentra en presencia del trono de Dios y ángeles proclaman: “Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria” (Isaías 6:3). Es un error decir que “Dios es tres veces santo”, ya que no podemos dar un número a la santidad de Dios; Él es infinitamente santo. Pero, sí podemos ver allí una alusión al tema que hemos estado tratando, al ser mencionado ‘Santo’ tres veces.
No se nos haría difícil entender al Padre reflejado en este pasaje, el Soberano sobre el trono, adorado por los querubines y enviando a su siervo Isaías diciéndole: “Anda, y di a este pueblo. Oíd bien, y no entendáis; ved por cierto, mas no comprendáis. Engruesa el corazón de este pueblo, y agrava sus oídos, y ciega sus ojos, para que no vea con sus ojos, ni oiga con sus oídos, ni su corazón entienda, ni se concierta, y haya para él sanidad” (Isaías 6:9-10). Sin embargo, en su evangelio, el apóstol Juan toma este pasaje diciendo: “Isaías dijo esto cuando vio su gloria, y habló acerca de él”, refiriéndose al Señor Jesucristo (Juan 12:41). Más adelante, al final del libro de los Hechos, el apóstol Pablo atribuye estas palabras al Espíritu Santo: “Bien habló el Espíritu Santo por medio del profeta Isaías a nuestros padres, diciendo: Ve a este pueblo, y diles: De oído oiréis, y no entenderéis” (Hechos 28:25).
Es una verdad sublime que trasciende más allá de nuestras mentes mortales. En adoración y alabanza cantamos:
¡Santo, santo, santo! Señor omnipotente,
siempre el labio mío loores te dará.
¡Santo, santo, santo! Te adoro reverente,
Dios en tres personas, bendita Trinidad.
¡Santo, santo, santo! La gloria de tu nombre
vemos en tus obras en cielo, tierra y mar.
¡Santo, santo, santo! Te adorará todo hombre;
Dios en tres personas, bendita Trinidad.
(Reginald Heber)
Miguel Mosquera
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