El hombre iracundo

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El hombre iracundo levanta contiendas, y el furioso muchas veces pecaProverbios 29:22

El sabio Salomón habla en repetidas ocasiones sobre la ira en el libro de Proverbios. Es evidente que era una de las cosas más comunes que él observaba en el carácter del hombre. Este también fue uno de los primeros temas al que se refirió el Señor Jesucristo en sus enseñanzas (Mateo 5:21-22). La verdad es que es muy frecuente entre cristianos, y más frecuente en nuestra propia vida de lo que quisiéramos reconocer.

El ser humano piensa que por medio de la ira manifiesta fuerza, sin embargo, es todo lo contrario. La ira se apodera del hombre y lo domina, así que el hombre iracundo demuestra que no tiene fuerza para dominar su propio carácter.

La ira hace creer que tenemos el control, pero nada más lejos de la realidad, ya que la ira hace al hombre perder el control. El iracundo obra por reacción, sin pensar lo que está haciendo ni la magnitud de las consecuencias.

El hombre en su ira piensa: “ahora sí voy a resolver este asunto”. La ira nunca resuelve problemas, los produce; por eso dice el sabio: “El hombre iracundo levanta contiendas”.

La ira es pecado y el Señor Jesucristo lo asoció directamente al mandamiento “No matarás” (Mateo 5:22). Es una de las obras de la carne (Gálatas 5:20).

Bien dijo el apóstol: “Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia” (Efesios 4:31).

Si te sientes enojado,
¿piensas en orar?
¿Has pedido de su gracia,
para que con eficacia
puedas perdonar?

Miguel Mosquera

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