No faltó palabra de todas las buenas promesas que Jehová había hecho a la casa de Israel; todo se cumplióJosué 21:45
Cuando Josué y Caleb fueron enviados como espías a la tierra de Canaán, su reporte fue muy diferente al de sus diez compañeros. Los demás espías dijeron que no podrían conquistar esta tierra porque sus moradores eran muy poderosos, sin embargo, Josué y Caleb dijeron: “con nosotros está Jehová; no los temáis” (Números 14:9).
Años más tarde el pueblo de Israel, bajo la guía de Josué, conquistó la tierra prometida. Los enemigos eran verdaderamente grandes y poderosos, pero más poderoso era el Dios de Israel quien les dio la victoria sobre todos sus enemigos. Dios lo había prometido a Israel y lo cumplió. No pasó por alto ninguna de sus palabras: les condujo a través del desierto, les protegió de sus enemigos, les hizo pasar el Jordán, les dio la victoria sobre todos los enemigos que enfrentaron y les repartió la tierra conforme a su palabra.
Las circunstancias pueden parecer contrarias y los enemigos invencibles, pero nada de esto es un obstáculo para Dios hacer cumplir su palabra.
Sus promesas son buenas y siempre van acompañadas por la sabiduría y poder infinitos de Dios, por eso nunca van a fallar.
Todas las promesas del Señor Jesús
son apoyo poderoso de mi fe;
mientras luche aquí buscando yo su luz,
siempre en sus promesas confiaré.
Grandes, fieles,
las promesas que el Señor Jesús ha dado.
Grandes, fieles;
en ellas para siempre confiaré.
Miguel Mosquera
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