Mas Joiada envejeció, y murió lleno de días… Y lo sepultaron en la ciudad de David con los reyes, por cuanto había hecho bien con Israel, y para con Dios, y con su casa2 Crónicas 24:15-16
Joiada fue un sumo sacerdote en el tiempo de los reyes de Judá, en tiempos del rey Ocozías y el rey Joás. Joiada pasa a la historia como un hombre a quien se le dio un honor único: ser enterrado en el sepulcro de los reyes sin haber sido un rey. ¿Por qué le dieron este honor?
Joiada vivió en tiempos de gran crisis en el reino de Judá. Una mujer perversa llamada Atalía mató a toda la descendencia real, excepto Joás, quien era en ese entonces un bebé. Joiada, arriesgando su propia vida, guardó a Joás, el futuro rey, en el templo de Dios y en su debido momento lo dio a conocer al pueblo. Joiada no solamente guardó a Joás siendo un bebé, sino que también influenció positivamente en la vida de Joás para que sirviera a Dios. Asimismo, Joiada reparó el templo de Dios. Sus acciones serían bien recordadas por sus contemporáneos porque había hecho bien al pueblo de Israel y al nombre de Dios. Esto le hizo que le sepultaran en el sepulcro de los reyes, sin él ser un rey.
¿Cómo estoy yo construyendo mi vida? ¿Será que mis acciones y mis decisiones han influenciado positivamente a otros? No se trata de hacer grandes hazañas, sino de la constancia en llevar una vida recta delante de Dios y buscar el bien de otros. Así lo enseñó el apóstol: “con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros” (Filipenses 2:3-4).
Toda verdad en la vida sembrada,
cual la semilla del buen sembrador,
ha de quedar, y –la vida pasada–
se acordarán de mis obras de amor.
Miguel Mosquera
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