La Palabra de Dios está bajo ataque, y esto no es desconocido para ninguno. Lo triste no es que esté bajo ataque de los incrédulos, porque eso es de esperarse, sino que esté bajo el ataque de los que profesan ser cristianos. Las llamadas iglesias quieren conformarse a este mundo, quieren parecer atractivas a las multitudes, entretenidas a los jóvenes y complacientes a los ricos y esto es posible hacerlo solamente comprometiendo los mandamientos divinos. Más importante es que el “público se sienta bien” a que Dios apruebe lo que se está haciendo. De éstos dijo el Señor Jesucristo que aman “más la gloria de los hombres que la gloria de Dios” (Juan 12:43).
Para justificar sus métodos mundanos usados en la iglesia, algunos se apoyen de que esto permite que más personas sean atraídas a Dios. ¿No han leído lo que Samuel le dijo a Saúl? “¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros” (1 Samuel 15:22).
Dios ha dejado instrucciones y mandatos en su Palabra para que los obedezcamos. De esta manera se evidencia el amor al Señor, porque Jesús enseñó: “Si me amáis, guardad mis mandamientos” (Juan 14:15), y también “El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él” (Juan 14:21).
La doctrina es importante. El apóstol Pablo exhortó a Timoteo, diciendo: “Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren” (1 Timoteo 4:16) y le advierte que “vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas” (2 Timoteo 4:3-4). La idea de “no sufrirán la sana doctrina” quiere decir que no van a soportar la sana doctrina, sino que preferirán oír y practicar lo que más les apela a sus propios deseos.
¿Qué es la doctrina?
Otra manera de traducir la palabra doctrina es ‘enseñanza’. La doctrina es la enseñanza que los apóstoles dejaron a las iglesias en el comienzo y que nosotros podemos leerla en el Nuevo Testamento. Obviamente, esto lo hace un tema muy amplio que no vamos a exponer aquí (hay amplia información en los Estudios de Doctrinas Básicas). La doctrina de los apóstoles abarca sus enseñanzas a sobre Dios, Cristo, el Espíritu Santo, las iglesias, las profecías, etc. Todo esto es parte de lo que los apóstoles enseñaron y están reveladas en el Nuevo Testamento.
La única autoridad de una iglesia es la Palabra de Dios. Ningún hombre por muy espiritual, ejercitado, elocuente o estudioso puede estar por encima de la Palabra de Dios. Tampoco un ángel del cielo tiene el derecho de cambiar lo que ha sido revelado por Cristo a los apóstoles: “Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema” (Gálatas 1:8). No necesitamos de ninguna “nueva revelación”, lo que Dios nos ha revelado ya lo tenemos y lo que necesitamos es estudiar la Biblia para conocer cuál es la mente de Dios. La iglesia tampoco es una democracia donde todos opinan y la mayoría decide qué se debe hacer. Los ancianos o líderes tampoco están por encima de la doctrina.
Para preservar la doctrina es necesario:
- Ocuparse en la lectura de las Escrituras (1 Timoteo 4:13)
- Tener la actitud adecuada, dispuesta a recibir y obedecer la Palabra de Dios (1 Tesalonicenses 2:13)
- Estudiar, estudiar y seguir estudiando la Palabra de Dios
- No desechar ninguna parte de las Escrituras (1 Tesalonicenses 5:20)
¿Cómo saber si una enseñanza está de acuerdo con la doctrina?
Toda enseñanza debe ser puesta a la luz de la Palabra de Dios. Esto fue lo que los creyentes en Berea “pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así” (Hechos 17:11). Si estos creyentes pusieron lupa sobre lo que escuchaban de apóstol Pablo, ¿cuánto más nosotros debemos hacer lo mismo con lo que escuchamos?
“Si alguno viene a vosotros, y no trae esta doctrina, no lo recibáis en casa, ni le digáis: ¡Bienvenido!”
2 Juan 1:10
Miguel Mosquera
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