Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella (Hebreos 11:4)
De las pocas menciones que tenemos de Abel en las Escrituras casi siempre es mencionado, y contrastado, con Caín, su hermano. Fueron los primeros hombres nacidos sobre la tierra, de unos mismos padres, no tenían otras personas que les influenciaran para bien o para mal pero aun así fueron completamente diferentes.
Abel era justo. En tres oportunidades se describe a Abel con esta palabra. El mismo Señor, cuando habla al pueblo de Israel y les dice que Dios iba a demandar la sangre de los profetas desde el primero hasta el último, quien menciona de primero es “Abel el justo” (Mateo 23:35). Si el Señor tuviera que utilizar una sola palabra para describir mi carácter, ¿cuál palabra utilizaría? Dice 1 Juan 3:12 que las obras de Abel eran justas, en contraste con las de su hermano que eran malas. Abel buscaba el bien, quería agradar a Dios y sus obras lo demostraban. En Génesis 4:4 leemos que Dios miró con agrado a “Abel y a su ofrenda”. ¿Por qué la Biblia pone a Abel antes que la ofrenda? Nosotros hubiésemos pensado que, por el contexto, Dios estaba agradado por la ofrenda que ofreció Abel y por eso miró con agrado a Abel. Pero no es así, Dios miró con agrado a la persona, Abel, y también a su ofrenda. Dios puede ver el corazón y cuando Él vio el de Abel, le agradó.
Pero en Abel tenemos una hermosa figura de nuestro Señor Jesucristo. Pedro, cuando está predicando en Jerusalén, va a hablar del Señor como el Santo y Justo (Hechos 3:14). Sin duda que más que Abel, Cristo era perfecto en todos sus caminos. Él es la personificación de la santidad y la justicia, no hay otro en la creación que pueda ser comparado con Él. Por eso Dios dio su aprobación cuando dijo “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” (Mateo 17:5).
Romer Miguel Mosquera