Cuando veáis el arca del pacto de Jehová vuestro Dios... vosotros saldréis de vuestro lugar y marcharéis en pos de ella, a fin de que sepáis el camino por donde habéis de ir; por cuanto vosotros no habéis pasado antes de ahora por este caminoJosué 3:3-4
Este es el verdadero andar de fe. “Es, pues, la fe... la convicción de lo que no se ve”; “Por fe andamos, no por vista” (Hebreos 11:1; 2 Corintios 5:7). Toda nuestra vida es un andar de fe, andando por el camino de la voluntad de Dios requiere de dependencia en Él.
En cuanto a la salvación, Dios nos da la seguridad y confianza que estamos andando en el camino correcto. “Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna” (1 Juan 5:13). No hay por qué estar inseguros en cuanto a la salvación. Pero, en el andar cristiano, Dios nos hace vivir experiencias desconocidas para enseñarnos lecciones importantes acerca de Él.
Nos gusta saber el camino por donde andamos, nos da seguridad y confianza. El Señor puede cambiar el curso de nuestra vida, bien sea por una noticia inesperada, el diagnóstico de una enfermedad, o por una mudanza a otro lugar, o por un nuevo rol en la vida, como el ser padres, o en la iglesia, como el de llevar una responsabilidad. Lo desconocido puede causarnos ansiedad y nuestra fe es puesta a prueba.
El pueblo de Israel iba a cruzar el Jordán y entrar en la tierra prometida. Dependían mucho de Dios. No sabían por dónde empezar la conquista. La última vez que habían sabido sobre esta tierra, escucharon que estaba llena de gigantes y ciudades amuralladas. Dios les había dado promesas de las cuales podían aferrarse y también les dio el arca del pacto que iba a marcar el paso por dónde debían andar.
Ellos debían poner sus ojos en el arca y marchar en pos de ella. El arca iba a marcar el camino, dejaría las huellas que seguir. Con su mirada en el arca no tenían que temer lo desconocido, Dios iba adelante.
Me hace pensar en el versículo de Hebreos 12:2, que habla de la seguir la carrera con paciencia, “puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe” (Hebreos 12:2). Si sientes que estás caminando por lo desconocido no pierdas de vista a Cristo, siguiéndole a Él estarás seguro.
Que vea tu faz: olvidaré
la antigua lasitud;
ni sombras del febril pesar
traerán más inquietud.
Temores por el porvenir
se trocarán en paz;
mi corazón, pues, gozará
sosiego y gran solaz.
Miguel Mosquera
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