¿Cómo podía dormir Pedro en esa situación?

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Y cuando Herodes le iba a sacar, aquella misma noche estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, sujeto con dos cadenas Hechos 12:6

El capítulo 12 de Hechos relata la historia de le muerte de Jacobo y el encarcelamiento de Pedro. Más adelante está la liberación de Pedro. Lo primero que uno se pregunta, ¿Por qué Dios permitió que Jacobo fuera muerto mientras que Pedro fuera librado? ¿No podía Dios también haber librado a Jacobo? Dios es Soberano y sus caminos son más altos que nuestros caminos. “¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos!” (Romanos 11:33).

Muchas veces puede que no tenga sentido para nosotros, pero no debemos cuestionar los caminos de Dios, ni tampoco quejarnos de por qué él sí y yo no, o por qué a mí todo y a él nada. No es favoritismo, sino que Dios sabe lo que hace. Él dará la fuerza necesaria para cada uno, cualquiera sea la prueba que tenga que pasar.

Dios sabe lo que hace. Él dará la fuerza necesaria para cada uno, cualquiera sea la prueba que tenga que pasar
Ahora, volviendo a la historia de Pedro, llama la atención que Herodes tenía la intención de sacarle para matarlo después de la Pascua y lo tenía custodiado con la mayor seguridad, pero ¡Pedro está durmiendo! ¿Cómo puede dormir sabiendo que tiene una sentencia de muerte sobre sí y que está custodiado por cuatro grupos de soldados?

El Señor Jesús le había prometido a Pedro que llegaría a ser viejo y le había dado a entender también de qué muerte iba a morir (Juan 21:18). Pedro estaba descansando en la palabra del Señor, sabiendo que ese no era el momento en que iba a morir y que de alguna manera Dios le libraría. ¿Es posible confiar plenamente en las promesas del Señor al punto que podamos dormir tranquilamente en medio de la prueba sin saber lo que va a ocurrir? Sí es posible.

Ya sé, es más fácil decirlo que vivirlo. El apóstol Pedro, que lo vivió, más a delante escribió: “echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros” (1 Pedro 5:7). Pedro aprendió a hacerlo, y nos muestra que usted y yo también podemos.

Que lo sabe todo el Padre  
es mi certitud, 
y que en gracia Él por mí vela  
con solicitud. 
Todo cuanto Dios permita  
obra para bien, 
y deseo solamente  
responderle: “Amén”. 

Miguel Mosquera

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