Cuando los ataques de pánico se vuelven recurrentes o cuando un solo ataque causa un efecto tal que altera la vida de la persona (miedo a salir de la casa, etc.), entonces es diagnosticada con «Trastorno de Pánico». Un ataque de pánico puede ser tan estresante que el miedo a tener otro ataque semejante puede aterrorizar a la víctima, de manera tal que lugares o situaciones que pueden provocar este tipo de ataque son evitados y, como resultado, la vida llega a ser limitada.
Debido a que las Escrituras no registra en su historia un ejemplo real de alguien que haya sufrido de ataques de pánico, uno podría muy bien preguntar el por qué esto se deba incluir en una página que trata sobre las Escrituras. Aunque no haya ejemplos bíblicos de individuos con ataques de pánico, hay creyentes espirituales que experimentan este problema. No eres un fracaso espiritual debido a que hayas tenido un ataque de pánico. Y, debido a que esta es una realidad de la vida, podemos esperar que la Palabra de Dios nos dará una percepción sobre sus causas y cómo manejarlo.
Recuerda siempre que no hay pánico ante el trono celestial.Muy poco se sabe del «por qué» del trastorno de pánico, pero se sabe mejor del «qué» pasa. Parece haber una tendencia genética a trastornos de pánico y algunos tipos de personalidad que hacen a algunos individuos más susceptibles que otros. Cuando esta «matriz» es expuesta a ciertas experiencias de la vida, ataques de pánico pueden ser provocados. Aunque la bioquímica es compleja y todavía está sujeta a investigación, hay un componente que es bien sabido por todos nosotros. Tenemos un sistema nervioso, el cual no está bajo nuestro control voluntario; es llamado el sistema nervioso autónomo. Todos sabemos lo que significa sonrojarse cuando sentimos vergüenza, y mientras más tratamos de evitarlo peor se pone. Esto es controlado involuntariamente por este sistema nervioso. De esto se trata la conocida reacción «lucha o huida» (fight-or-flight en inglés) lo que permite a un individuo lograr una fuerza o una velocidad bajo el estrés de una emergencia imperante, que de otra manera no sería capaz de desarrollar. Este sistema responde involuntariamente a lo que el cerebro ve como una amenaza de algún tipo. Como resultado de la activación de este sistema nervioso una serie de químicos es introducido en nuestro sistema sanguíneo lo cual afecta el ritmo cardíaco, la respiración, el estado de alerta y el sentimiento de peligro. Piense en el ataque de pánico como la respuesta «normal» del cuerpo en el momento «anormal»; es un ataque fuera de lugar.
Puede que se necesite medicamentos en la mayoría de los casos y no deben ser evitados por un sentimiento de culpa sobre el uso del medicamento. Pero también los expertos están de acuerdo de que hay cosas que un individuo puede implementar para ayudar a combatir el problema. Algunos de los consejos que los psicólogos y consejeros ofrecen son un eco de consejos en las Escrituras que son dados por otras razones, pero aplicables en este caso.
«Todo lo que es verdadero… en esto pensad» (Filipenses 4:8). ¿Cómo se aplica esto a los ataques de pánico? Tu corazón está acelerado, pero esto no significa que tendrás un infarto. Te sientes mareado, pero eso no significa que te vayas a desmayar. Las pulsaciones en tu cabeza no significan que tendrás un derrame cerebral. No exageres los síntomas, pero evalúa y aprecia la realidad de tu situación.
«Cazadnos las zorras, las zorras pequeñas, que echan a perder las viñas» (Cantares 2:15). Trata de reconocer los primeros signos y síntomas de un ataque de pánico antes que se desate completamente. Cuando un ataque ya se ha desarrollado completamente puede ser difícil pensar racionalmente y aplicar la verdad de las Escrituras a la situación. Así que, aprender a detectar los primeros síntomas en el arranque puede ser muy valioso. No dejes que «zorras pequeñas» crezcan y se conviertan incontenibles. Aplicando las técnicas sugeridas de una respiración abdominal lenta, distracción, hablarte a ti mismo, así como otras, pueden ser de ayuda si las puedes aplicar en ese momento de arranque, antes que se desarrolle el ataque.
El Trastorno de Pánico es una de las dificultades emocionales más estresantes y paralizantes, y creyentes espirituales no están exentos de esto«En tu mano están mis tiempos» (Salmo 31:15). Todo aquel que ha experimentado el estrés y la incomodidad de un ataque de pánico puede testificar que uno de los grandes miedos es que todo parece salirse de control, sienten que la muerte y la fatalidad son inminentes. Esto puede sonar irracional para aquellos que nunca lo han experimentado, pero es prácticamente universal entre los que han sufrido de esto. El sentir que la vida se te está yendo fuera de control, que algo catastrófico está ocurriendo y que estás indefenso ante unas fuerzas arrolladoras, es el común denominador de las víctimas de Trastorno de Pánico.
Recuerda siempre que no hay pánico ante el trono celestial. Recuerda que las cosas nunca están «fuera de control» para Dios y que Él está completamente consciente de lo que está ocurriendo y de sus propósitos. Una vez más, esto puede ser de poco consuelo cuando el pensamiento racional se ve abrumado por el miedo y el pánico, pero si puede ser repetido muchas veces en esta etapa temprana del pánico, puede ayudar a evitar el miedo de una pérdida de control. Aprende a mantener a Dios como tu fortaleza (Salmo 46).
El Trastorno de Pánico es una de las dificultades emocionales más estresantes y paralizantes, y creyentes espirituales no están exentos de esto. Aquellos que nunca han experimentado un ataque pueden solamente simpatizar y apoyar a aquellos que son afligidos. Los que han sido afectados pueden tener la esperanza de la mano controladora y soberana de Dios.
Aunque las Escrituras son nuestra guía principal, los creyentes que tienen el deseo de aprender más sobre los síntomas del Trastorno de Pánico pueden consultar las siguientes bibliografías:
https://www.mayoclinic.org/es-es
https://www.ccef.org/?s=panic+attack&pt= (Página en inglés)
Dr. A. J. Higgins
Traducido de Truth & Tidings
Usado con permiso
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