La vida parece transcurrir de una forma muy aleatoria, o al menos eso pensamos.
Un día de mundanalidad tras otro, cuando… ¡BUM! De repente, nos enfrentamos con una situación en nuestra vida que pone a prueba, hasta la médula, todo lo que hemos profesado en nuestra fe y devoción para nuestro Señor.
Me refiero a este tipo de situación cuando entramos en contacto con una persona del sexo opuesto que piensa descarada e incesantemente que solamente tú eres la única persona con la que Dios quiere que te cases y pases el resto de tu vida.
Quizás, hayas adoptado una relación amistosa con algún compañero de trabajo o de escuela que no es creyente. Has visto como el pecado ha maltratado y sacudido horriblemente su vida. Has pasado tiempo escuchando sus problemas y has buscado compartir el único mensaje de esperanza y liberación que es el evangelio. Quizás has tenido el gozo de ver esa persona profesar fe en Cristo. Parece estar tan entusiasmado y descansado con esta nueva esperanza. En su mente, es lógico que lo que sigue es que Dios los ha juntado para que escuche el evangelio y sea salvo. ¿Cómo podría uno decir que esta relación no debe continuar en noviazgo o matrimonio?
Por otro lado, pudiera ser que has estado saliendo con alguien por un tiempo. A lo largo del tiempo te has convencido que esta persona no tiene las mismas convicciones que tú. Posiblemente, estás convencido, delante del Señor, que ir más allá con una relación seria con la expectativa de un matrimonio es imposible. Es obvio, que ellos están «bien contigo» pero tú no estás «bien con ellos». Sin embargo, te preocupa que, si terminas con esa relación de noviazgo, vas a causar un daño emocional y espiritual irreparable en esa persona.
Lo que sigue son algunos principios bíblicos que pueden ser provechosos en esos casos:
No somos indispensables para Dios
Así que, cede el control al Él, incluso en (o, más bien, especialmente en) este tipo de situaciones«Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad» (Filipenses 2:13). Los propósitos de Dios se llevarán a cabo sin importar si tenemos el privilegio de ser usados por Él, o no. Por ejemplo, ¿Qué clase de nación sería Israel hoy día si Esaú no hubiese despreciado su primogenitura? Dios era, y es, capaz de cumplir su promesa a Abraham a pesar del pecado descalificador de Esaú. Las «memorias de Moisés» registradas en el Antiguo Testamento están llenas de detalles de la impresionante jornada de Egipto a Canaán, y es, inequívocamente, Dios quien cumplió esa jornada y trajo a su pueblo a la tierra prometida. Él era capaz de hacerlo sin la ayuda de su siervo Moisés, quien fue descalificado por causa de su desobediencia (Números 20:12). De forma similar, Dios puede cumplir su propósito para quien está detrás de ti, sin necesitar tu ayuda. Tu podrías pensar que, si terminas con esa relación, entonces esa persona se va a desalentar hasta el punto de un desánimo espiritual irreversible. Quizás no te puedes imaginar que la razón por la cual él o ella ya no asista más a las reuniones de la asamblea sea debido a tu rechazo hacia ese romance. Recuerda, no somos indispensables para Dios; Dios es indispensable para nosotros y no podemos hacer nada sin su voluntad y poder manifestado en nuestras vidas. Así que, cede el control al Él, incluso en (o, más bien, especialmente en) este tipo de situaciones.
Busca el consejo de los ancianos o creyentes mayores con discernimiento
«…Ellos velan por vuestras almas» (Hebreos 13:17). Desafortunadamente, un recurso que Dios ha provisto a la asamblea local y que, con frecuencia, es poco utilizado, son los ancianos. Es de vital importancia identificar aquellos que pueden ser abiertos para tratar este tipo de situación. Los pastores se interesan, y tienen un especial interés en nuestro enriquecimiento y preservación espiritual. Nunca debemos sentirnos «espiritualmente defectuosos» si tenemos que hablar con los ancianos (pastores). Adicionalmente, el buscar consejo de hermanas espiritualmente maduras va a proporcionar preservación y consuelo. Ellas te darán principios escrituralmente sanos para guiarte a través de tu situación. Orar con ellos te dará el ánimo necesario para manejar tu relación.
Nunca confíes en tu carne
Experiencias confusas muchas veces revelan sus caminos y propósitos más tarde
«Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora; mas lo entenderás después» (Juan 13:7). Los días que precedieron la crucifixión del Señor fueron confusos para Pedro y, para decirlo con franqueza, para todos sus discípulos. Pedro no podía entender por qué el Señor estaba lavando sus pies, pero él tenía que aprender más cosas sobre sí mismo y sobre los propósitos de Dios en su vida. Más aún, está claro que Pedro se sentía suficientemente devoto al Señor que estaba dispuesto a dar su vida por Él, sin embargo, las palabras amables del Salvador fueron, «A donde yo voy, no me puedes seguir ahora» (Juan 13:36). Declinar una relación con otra persona cuando es claro que no proviene de Dios puede ser confuso, pero Dios te llevará a través de esto para su honor y gloria.
Trevor Hayes
Traducido de Truth & Tidings
Usado con permiso
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