Aunque necesitamos momentos de privacidad, la soledad puede darnos un sentimiento de deficiencia y frustración el cual, a veces, puede afectarnos al punto de las lágrimas. En Génesis 2:18, el estar solo fue reconocido por Dios como algo que “no es bueno”. No quiere decir que esto significa “malo”, pero al menos nos enseña que fuimos creados como seres de relación. Dios entonces creó a Eva, una compañera idónea y complementaria para Adán. Por mucho que quisiéramos, probablemente no nos levantamos de la cama con un amigo o amiga a nuestro lado como fue el caso de Adán, pero hay algunos principios bíblicos que podemos aprender para hacer nuestras experiencias más placenteras y que nos ayuden a desarrollar relaciones más profundas.
Aunque incluye el aislamiento, la soledad no desaparece cuando estamos mezclados con la multitud. La mayoría de las veces podemos incluso sonreír y entablar una feliz conversación, mientras nos sentimos solos por dentro. Esto significa que la soledad es una condición dentro de nosotros, no necesariamente debido al hecho de que nadie se acerca para hablar con nosotros. Esta condición obstaculiza que podamos crear amistades cercanas, aunque realmente queramos un compañerismo genuino, no conversaciones superficiales. Entonces, ¿qué podemos hacer acerca de la soledad y la falta de amigos?
Confía en el Mejor Amigo
“Amigo hay más unido que un hermano” (Proverbios 18:24). Tu Salvador nunca te dejará, ni te desamparará. La relación más necesaria que todos tenemos es la relación con nuestro Creador, que te formó en el vientre de tu madre, conoce cada cabello de tu cabeza (Mateo 10:30) y murió por tus pecados en la cruz.
Por lo tanto, al leer y meditar en las preciosas verdades de su Palabra podemos comprender lo que Pablo expresa en Filipenses 3:10: “a fin de conocerle”. ¡Qué bálsamo para el corazón solitario poder recurrir al amigo de pecadores, al padre de huérfanos! Con Él, no hay ansiedad demasiado pequeña, ni angustia demasiado grande, ni lágrima que pase desapercibida. Él nunca está demasiado ocupado y nunca falla a aquellos que ponen su esperanza en su misericordia. Él mismo conoció lo que fue ser rechazado y traicionado cuando estuvo aquí en la tierra. Si has descuidado tu relación con Él, es tu propia falta. “Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros” (Santiago 4:8). Más importante que tu influencia en los círculos sociales es tu identidad como hijo de Dios, comprado a precio de sangre.
Evita una actitud negativa
Quizás la senda más fácil para una persona solitaria es hundirse en el sentimiento de lástima por uno mismo. Hay pocas cosas que puedan ser más debilitantes que cuando estamos enfocados solamente en nosotros mismos. Sí, puedes tener un verdadero dolor en el corazón y una aflicción emocional. Pero un paso importante es llegar a ser un individuo más fuerte, espiritual y emocionalmente. La carne es propensa a sentir autocompasión, y las Escrituras nos enseñan a que “no proveáis para los deseos de la carne” (Romanos 13:14).
Nunca asumas que tus amistades son superficiales y las de los demás son maravillosas. Con la amistad viene la necesidad de dar y recibir, y también de perdonar. Simplemente porque veas que dos personas se ven increíblemente felices no significa que las amistades no tienen sus dificultades. Las relaciones requieren de esfuerzo. De hecho, a medida que te acercas más a otras personas, tus fallas van a quedar más expuestas. Sin embargo, “fieles son las heridas del que ama” (Proverbios 27:6).
Usa tu tiempo sabiamente
No trates de imitar a otro con la finalidad de ser aceptado. Sé lo que eres. Dios es capaz de hacer grandes cosas en ti y a través de ti.Tu tiempo “a solas” puede ser invertido sabiamente. Son muchas las cosas que puedes intentar, pero tener una comprensión más amplia de las Escrituras es un deseo noble; un deseo del que nunca te vas a arrepentir. Aunque otros prácticamente no puedan leer la Biblia sin ser interrumpidos por mensajes de texto de sus amigos, tú puedes dedicar completa atención a meditar en las Escrituras. Sin ser obstaculizado por la presión de tus contemporáneos, te puedes enfocar en ser más como Cristo. Invertir tu tiempo sabiamente te va a preparar para ser un verdadero amigo para otros. ¿Hay características en ti que espantan los amigos? ¿Tienes la tendencia de dominar la conversación, de tomar ventaja sobre otros o de tergiversar la verdad? Si es así, esfuérzate, por la gracia de Dios, a cambiar.
Sé un verdadero amigo
Al ser auténtico y enfocarte en otros, llegarás a ser el tipo de persona que otros quieren como amigo. No trates de imitar a otro con la finalidad de ser aceptado. Sé lo que eres. Dios es capaz de hacer grandes cosas en ti y a través de ti. Al ser sincero y fiel, vas a ver tus relaciones con otros cristianos, compañeros de trabajo y conocidos moverse a niveles más profundos y quizás convertirse en relaciones valiosas. El Salmo 68:6 nos dice, “Dios prepara un hogar para los solitarios” (NBLH).
Ayuda a otra persona solitaria
Todos tenemos necesidades las cuales no pueden ser adecuadamente suplidas sin que haya una relación. Aquellos que están solos o viven solos sienten el peso de estas necesidades más fuertemente. Emocionalmente, necesitamos confirmación de nuestro valor como persona en el rol que cumplimos. Físicamente, apreciamos apretones de manos y abrazos, reconociendo nuestra necesidad de ser tocados y amados. Espiritualmente, nos beneficiamos de la enseñanza bíblica. Personas solitarias son susceptibles a la depresión, y “la congoja en el corazón del hombre lo abate; mas la buena palabra lo alegra” (Proverbios 12:25). Más que hablar a otras personas sobre su falta de amigos, sé un amigo. Muestra interés en las cosas que le preocupan. “Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo” (Gálatas 6:2).
Reuben Miller
Tomado de Truth & Tidings
Usado con permiso
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