¿Alguna vez has tenido dudas acerca de tu salvación? Si es así, entonces no estás solo. Pedro dudó en la tormenta, haciendo que el Señor le dijera, «¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?» (Mateo 14:31). La confianza de los once fue sacudida cuando Aquel en quien habían puesto sus esperanzas fue crucificado. Cuando Cristo les apareció en el aposento alto les dijo: «¿Por qué estáis turbados, y vienen a vuestro corazón estos pensamientos?» (Lucas 24:38).
Por otro lado, estar seguro de la salvación es la norma para el creyente. Verdaderamente, es un hermoso regalo que Dios da a su pueblo. El Señor Jesús dijo, «conozco mis ovejas, y las mías me conocen» (Juan 10:14). Juan dice: «Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna» (1 Juan 5:13). Es el deseo de Dios que su pueblo viva con la completa confianza de su salvación eterna.
La Fuente de las dudas
¿Por qué los creyentes se enfrentan a las dudas? Puede haber diferentes razones, incluyendo el comparar mi experiencia de conversión con las de otros. Aun cuando toda salvación involucra el «arrepentimiento para con Dios, y de la fe en nuestro Señor Jesucristo» (Hechos 20:21), la experiencia de la salvación puede ser diferente en cada caso. El nivel de emoción, la profundidad de la convicción y la claridad del entendimiento son únicos en cada individuo.
- Pensando demasiado sobre mi experiencia: ¿Será que creí de la manera correcta? ¿Realmente me arrepentí? ¿Estaba completamente convencido de mi pecado?
- Pecado en mi vida: Si realmente soy salvo, ¿cómo es posible que tenga estos malos pensamientos? Si he nacido de nuevo, ¿por qué batallo tanto con la tentación y siento que cedo con facilidad?
- Falta de comunión diaria con Dios: Si descuido la lectura diaria de la Palabra de Dios estoy cortando la misma fuente de certeza.
Los dardos de fuego del maligno (Efesios 6:16): No todas las dudas surgen de uno mismo. Recuerde el ataque de la serpiente a Eva, cuando le dijo: «¿Conque Dios os a dicho…?». Él estaba tratando de debilitar su confianza en la Palabra de Dios. - Una falsa profesión: A muchos les inundan las dudas y luego descubren en determinado momento de sus vidas que realmente nunca fueron salvos y, por lo tanto, no tenían ninguna base real de seguridad. Leer con honestidad la Palabra de Dios va a traer como resultado una de dos cosas. Si lo que he tenido fue una mera profesión, me traerá convicción de pecado. Si realmente soy salvo, me traerá confianza. Algunos que se aferran a una falsa profesión pueden estar renuentes a reconocerlo por temor a abandonar ese pequeño rayo de esperanza que tienen. Pero recuerda, los cobardes encabezan la lista de aquellos que experimentarán la muerte segunda (Apocalipsis 21:8). Aferrarse a una profesión es continuar creyendo en algo aparte de Cristo y las consecuencias pueden ser horribles.
Fuentes de seguridad incorrectas
Muchos buscan la seguridad en lugares equivocados. Consideremos algunas de estas fuentes incorrectas:
- Mi vida: 1 Juan y Santiago enseñan que el fruto (buenas obras) es evidencia de salvación y que, si no hay fruto, entonces no hay vida. Sin embargo, si fuera el fruto el que me diera seguridad, entonces no pudiera tener ninguna seguridad hasta ser capaz de demostrar mi salvación. ¿Cómo entonces pudiera saber cuándo he producido suficiente fruto para darme confianza? En ese caso el ganar seguridad sería algo gradual. Tanto las Escrituras como la experiencia nos enseñan que la seguridad puede ser, y normalmente es, inmediata. Mientras que la seguridad se profundiza a medida que el creyente crece, puede ser disfrutada desde el momento de la salvación. Una falta de fruto debe causar un autoexamen serio, «Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe» (2 Corintios 13:5).
- Que otros piensen o digan que soy salvo: Ninguno puede ver dentro de mi corazón o ver el Libro de la Vida del Cordero. Solamente Dios me puede dar confirmación por medio de su Espíritu y a través de su Palabra.
- Mi experiencia: Aunque recordar mi experiencia me trae gozo y compartir la historia de mi conversión puede ser de ayuda a otros, la seguridad es una realidad presente y continua que viene de la Palabra de Dios escrita. No necesito recordar a lujo de detalle lo que ocurrió en ese momento a fin de poder tener seguridad. No necesito para nada ir atrás a mi experiencia con el fin de obtener la seguridad. Debo encontrarla en la Palabra de Dios solamente. En Lucas 24 el Señor se revela, primero a los dos que iban camino a Emaús y, luego, a los discípulos en el aposento alto. Él no les deja solamente con la experiencia de haberlo visto. Igualmente importante es que Él les da el ancla de lo que ellos pueden ver en la Palabra de Dios. Acerca de los dos viajeros leemos, «les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían» (Lucas 24:27). La experiencia que ellos hayan visto al Cristo resucitado con sus propios ojos era importante, pero el Señor Jesús quería que su confianza estuviera arraigada en las promesas cumplidas de la Palabra de Dios.
La verdadera fuente de seguridad
¿Cómo nos da Dios seguridad? Es a través de su Palabra. Pablo dice, «El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios» (Romanos 8:16). A medida que leemos las Escrituras, el Espíritu Santo que mora en nosotros, el Autor de las Escrituras, confirma a mi corazón que las promesas de la Palabra de Dios se aplican a mí. Así que, cuando leo en Romanos 5:8 que Cristo murió por los impíos, sé que yo soy el impío por quien Cristo murió. Cuando leo, «El que tiene al Hijo, tiene la vida» (1 Juan 5:12) es la obra del Espíritu en mí que me confirma que esa promesa se aplica a mí. El Señor Jesús dijo, «Mis ovejas oyen mi voz» (Juan 10:2). Un creyente que lee la Palabra de Dios escucha la voz del Pastor y toma personalmente sus promesas seguras.
Joel Joyce
Traducido de Truth & Tidings
Usado con permiso
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