Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi PadreJuan 10:17-18
Una de las cosas que la ciencia ha buscado con mucho afán es aumentar la expectativa de vida del ser humano. La medicina trabaja arduamente para curar las enfermedades, darle más años a las personas. Pero la verdad es que cuando llega el día de la muerte no hay nada que podamos hacer para retener la vida, ningún ser humano por muy poderoso o sabio que sea, aun con toda la ciencia y la medicina a su favor, ha podido mantener su aliento de vida. Cuando la muerte llega, es algo que escapa de nuestras manos, no tenemos control sobre la vida.
¡Qué contraste con el Señor Jesucristo! Desde su nacimiento buscaron matarle. Durante su ministerio trataron de apedrearle. Vivía rodeado de enemigos que buscaban alguna ocasión para hacerle caer en sus palabras, porque estaban decididos en darle muerte. No solamente en la esfera terrenal pero también en la espiritual, no hay duda que Satanás estaba en acción para de alguna manera destruir al Hijo de Dios.
Llega el momento en que Judas traiciona al Señor y es llevado para ser juzgado por los judíos y los romanos. Los sacerdotes convencen a la multitud para que pida que crucifiquen al Señor. Es llevado por los soldados al Calvario y crucificado allí junto a dos malhechores. Ahora sí parece que sus esfuerzos han tenido resultado. Sin embargo, no es así, Cristo estaba en pleno control de todo lo que estaba ocurriendo. Rodeado de enemigos furiosos y poderosos, ninguno de ellos iba a quitarle la vida sino que Él mismo pondría su vida, voluntariamente, cuando la obra de la redención quedara completada.
Con todo lo que el ser humano trata de hacer para retener su vida, no puede. Con todo lo que quisieron hacer los hombres contra el Hijo de Dios para quitarle la vida, no pudieron. Él puso su vida, para volverla a tomar. Por eso lo ama el Padre, ¡no hay otro como Él!
Miguel Mosquera
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