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Cuando confiamos en nosotros mismos

«…descendió Abram a Egipto para morar allá; porque era grande el hambre en la tierra» (Génesis 12:10)

 

Abram salió de Ur de los Caldeos sin saber adónde iba y mostró su fe en Dios, confiando en cada paso que daba hasta que llegó a su destino. En ocasiones Dios nos probará en nuestra vida con el fin de hacer nuestra fe más fuerte y prepararnos para otra prueba que vendrá más adelante. Su deseo es que nos acerquemos más a Él y dependamos más de Él. Abram es probado nuevamente, el hambre es grande en la tierra, y más adelante vendrá otra prueba aun mayor, de ofrecer a su único hijo (Gn. 22).

Nuestra vida cristiana es un andar diario, ya que cada día traerá nuevos retos, nuevas dificultades y nuestra confianza debe estar siempre en Dios, nunca en nosotros mismos. Asimismo las tentaciones pueden ser diferentes cada día y una victoria puede fortalecerme pero de ninguna manera me asegurará la victoria de mañana. Al venir el hambre, Abram no piensa ni por un momento en regresar a Ur, él estaba muy firme sobre no volver al pasado, a ese lugar de donde había salido (Gn. 24:4-6). Sin embargo, el enemigo tiene muchas maneras de tentarnos y cuando él ve en nosotros convicciones firmes, entonces pondrá algo diferente para hacernos caer. Abram no se sintió atraído por el pasado, ur, el mundo de la idolatría, pero sí por Egipto, el mundo de la prosperidad.

Podemos sentirnos firmes pero, ¡cuidado que esa firmeza no venga debido a la confianza en nosotros mismos porque eso me hace muy vulnerable a otros ataques del enemigo! Hacemos bien en recordar lo que Pablo dijo en cuanto a la armadura del creyente: «Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno» (Efesios 6:16).

Miguel Mosquera
Foto en portada y texto: Darts por Anna Langova en Dominio Público (mod. 1018x700px)

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