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Daban buen testimonio de él

He aquí, había allí cierto discípulo llamado Timoteo, hijo de una mujer judía creyente, pero de padre griego; y daban buen testimonio de él los hermanos que estaban en Listra y en IconioHechos 16:1-2

Al comienzo de su segundo viaje misionero el apóstol Pablo pasó por las ciudades de Listra e Iconio. Allí en Listra había un joven llamado Timoteo, quien había sido fruto de la predicación del apóstol en su primer viaje misionero. Al preguntar sobre él los hermanos dieron buen testimonio de Timoteo.

Este Timoteo es el mismo que acompañó por mucho tiempo al apóstol en su servicio al Señor y a quien le escribió las dos epístolas que llevan este nombre. Era un discípulo, un seguidor de Cristo, conocedor y obediente a la Palabra de Dios. Su buen comportamiento y servicio, en su propia iglesia y la de Iconio, eran evidentes a otros. Los hermanos no dudaron en dar una buena recomendación de él al apóstol Pablo.

No hay duda que todos queremos que haya jóvenes en las asambleas con el mismo espíritu y carácter de Timoteo. Ahora le pregunto: si el apóstol llegara a su iglesia y preguntara cómo va su vida y crecimiento espiritual, ¿qué dirían los hermanos? ¿Darían buen testimonio al ver su comportamiento o mostrarían preocupación por no ver constancia y desarrollo en su vida cristiana? ¿Dirían: “rara vez lo vemos” o “poco se involucra con la iglesia”? Que no sea así

El mundo se presenta llamativo para distraer y absorber nuestro tiempo y energía, pero “si alguno se limpia de estas cosas, será instrumento para honra, santificado, útil al Señor, y dispuesto para toda buena obra” (2 Timoteo 2:21).

De este mundo los placeres 
no serán mi distracción, 
porque Cristo lo es todo: 
fuerza, vida y bendición.

Todo, todo para Cristo 
alma, mente y corazón. 
Que en mi vida siempre quiera 
dar a Ti mi devoción.

Miguel Mosquera

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