…porque no ofreceré a Jehová mi Dios holocaustos que no me cuesten nada2 Samuel 24:24
Alguien dijo: «Si lo que vas a dar no te cuesta nada, probablemente tampoco vale nada». El costo de lo que Dios dio por nosotros es incalculable: «El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros» (Romanos 8:32); «Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito» (Juan 3:16). Lo más costoso, lo más valioso. ¿Qué le damos a Dios? Muchas veces lo que nos sea más fácil para hacer. Le damos de lo que nos sobra. No se trata sólo de dinero, pero aprovechamos nuestro tiempo y esfuerzo para lo nuestro y si sobra algo, le damos a Dios.
Nos gusta la comodidad. Dedicamos tiempo para cultivar nuestras amistades, pero no hay tiempo para cultivar nuestra relación con Dios. «¿Levantarse más temprano para leer la Biblia y orar?» «¿Tener que decirle ‘no’ a la salida con los amigos porque los creyentes van a repartir literatura en la urbanización?».
No hay mejor inversión que aquello en lo que dedico mi tiempo, esfuerzo e, incluso dinero, para lo que tiene valor eterno.
¿Y qué podré yo darte a Ti
a cambio de tan grande don?
Es todo pobre, todo ruin;
toma, oh Señor, mi corazón.
Miguel Mosquera
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