Y David se angustió mucho, porque el pueblo hablaba de apedrearlo, pues todo el pueblo estaba en amargura de alma, cada uno por sus hijos y por sus hijas; mas David se fortaleció en Jehová su Dios1 Samuel 30:6
Primeramente, podemos aprender una lección de los soldados de David. Tomar acciones mientras estamos amargados es muy peligroso. Dejarnos llevar por el impulso del momento nos puede hacer actuar desmedidamente y hacer algo de lo cual nos arrepintamos más adelante. El que es de carácter explosivo no demuestra fuerza, sino más bien falta de dominio propio. Si ellos hubieran reaccionado en el impulso del momento hubieran apedreado a David y, ¡qué error tan grande esto hubiera sido!
David también estaba triste, ya que su familia también había sido llevada cautiva. Además de esto, se angustió mucho porque sus mismos hombres se habían vuelto contra él. Su angustia no le permitiría pensar con claridad y tomar decisiones correctas. Pero David encontró la fuente de ánimo y tranquilidad: Jehová su Dios. David se interesaba en mantener una relación estrecha con su Dios, y Él fue su fortaleza en este momento de crisis.
“Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?” (Salmo 27:1)
A Ti, Dios mío, en oración,
confiando en tu fidelidad,
elevaré mi petición,
la voz de mi necesidad.
Yo sé que escucharás allá,
que me darás tu bendición;
que fortaleza me vendrá,
de Ti, Dios mío, en oración.
Miguel Mosquera
Comparte este artículo