El pueblo de Israel estaba frente al Mar Rojo con el ejército egipcio persiguiéndolos. El temor se había apoderado de ellos, no veían la salida. Hay desánimo entre el pueblo, comienzan a murmurar y están detenidos. Sin embargo, Dios está por hacer algo maravilloso frente a los hijos de Israel.

En primer lugar, la nube de la presencia de Dios se mueve para colocarse entre Israel y el ejército de Faraón. Faraón es figura de Satanás. Dios ha sacado al pueblo de Israel de Egipto y del dominio de Faraón para nunca más estar en esclavitud en Egipto. Faraón no puede hacer nada para recuperar su dominio, pero se acerca lo más que puede para intimidar al pueblo y hacerles detener en su travesía. Así es como Satanás hace. Aquel que ha sido comprado con la sangre de Cristo tiene su salvación segura y el enemigo no puede hacer nada para quitar su salvación, ya que depende enteramente de Cristo, pero el diablo sí puede amedrentar al creyente para que no avance en su carrera cristiana.

El temor es una de las estrategias del enemigo. Hebreos nos dice que “el temor de la muerte” mantiene al ser humano bajo servidumbre. Pedro comenzó a hundirse y dejó de avanzar cuando vio las olas alrededor que le infundieron temor. Pablo vio gran oposición cuando predicaba en Corinto y el Señor se le apareció para animarle y le dijo, “No temas, sino habla, y no calles; porque yo estoy contigo, y ninguno pondrá sobre ti la mano para hacerte mal, porque yo tengo mucho pueblo en esta ciudad” (Hechos 18:9-10).

El miedo al ‘qué dirán’ muchas veces nos detiene a hacer lo que es correcto. El temor al rechazo nos detiene de compartir el evangelio con otros. El temor al fracaso nos detiene a iniciar una obra para el Señor. Dios está delante de nosotros guiándonos, está detrás protegiéndonos. Dios puede abrir el mar para llevar a cabo sus propósitos y que podamos seguir adelante, así que, “Di a los hijos de Israel que marchen”.

Miguel Mosquera
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