Así dice Jehová, el Dios de David tu padre: Yo he oído tu oración, y he visto tus lágrimas; he aquí que yo te sano (2 Reyes 20:5)
- Dios oye: Dios tiene su oído atento a nuestras plegarias, podemos entrar confiadamente al trono de la gracia. Tenemos un Sumo Sacerdote en los cielos, el Señor Jesucristo, el cual intercede por nosotros siempre. No sintamos temor en orar a Dios, sin importar lo pequeña de la situación o si es algo que sale completamente de nuestro control, llevemos nuestras peticiones y acciones de gracias ante el Padre.
- Dios conoce: Dios desea escuchar a sus hijos orar y lo podemos hacer sobre asuntos muy específicos, pero debemos tener en cuenta que no es que Dios no depende de nosotros para estar informado sobre lo que está aconteciendo porque Él ya conoce todo, incluso antes que se lo digamos. Él puede ver nuestras lágrimas, sabe lo profundo de nuestra preocupación y la manera en que nos está afectando; Él incluso sabe más de lo que nosotros mismos sabemos.
- Dios actúa: Dios le dice a Ezequías «he aquí yo te sano». Nuestro Padre nunca pasa por alto ninguna oración, nada está al final de la lista ni corre el riesgo de ser olvidado. Dios siempre responde, aunque hay ocasiones en que su respuesta es «no» o en donde Él obra de una forma diferente de la que nosotros estamos pensando en que va a obrar, pero siempre responde. Un ejemplo de esto es el apóstol Pablo que pidió en tres oportunidades para que le fuera quitado ese aguijón de la carne,, pero la respuesta de Dios fue: «bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad» (2 Corintios 12:9). Tampoco importa si lo que estamos pidiendo es muy difícil, humanamente hablando, si es su voluntad, Dios también tiene poder para concedernos lo que pedimos. Lo que sí podemos estar seguros es que cualquiera sea su respuesta en relación a nuestra oración, siempre será lo mejor para nosotros.
¡Qué bueno saber que Dios no está distante y que Dios oye mi oración! Me da confianza, tranquilidad y paz, y cualquiera sea su respuesta puedo descansar en la promesa que «a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados» (Romanos 8:28).
Miguel Mosquera
Foto en portada y texto: Praying Hands HDR por Alejandro Hernández bajo la licencia CC BY-NC 2.0 (mod. 1018x460px)