6 lecciones sobre el ayuno

MiguelDoctrina, Vida Cristiana

Muchas veces cometemos el error de añadir nuestra propia opinión a lo que Dios dice en su Palabra y así abandonar el propósito divino para convertirlo en una simple formalidad religiosa. Incluso en los tiempos  del Señor era evidente que el ayuno ya no cumplía ninguna función más que dar una falsa apariencia de piedad por parte de los fariseos (Mt. 6:16-18; Lc. 18:11-12). Pero notemos lo que las Escrituras nos hablan en cuanto al ayuno:

Muestra de Arrepentimiento

Es interesante que el ayuno no se encuentre en la ley de Moisés, ni en ningún libro del Pentateuco. No es sino hasta el libro de Jueces que vemos por primera vez al pueblo de Israel ayunando. La condición espiritual en el pueblo de Israel era muy decadente. Algunos en la tribu de Benjamín habían cometido un pecado terrible abusando de una mujer hasta matarla y el resto del pueblo de Israel se levantó para hacer guerra contra la tribu de Benjamín. Pero la verdad es que el resto del pueblo tampoco estaban bien espiritualmente delante de Dios y es por eso que Dios permite que Benjamín derrote a Israel en dos oportunidades. Estas dos derrotas hacen entender a Israel su alejamiento de Dios y los lleva a llorar, sentarse en la presencia de Jehová, ayunar y ofrecer holocaustos y ofrendas de paz. Es clara la actitud de arrepentimiento que hay en el pueblo de Israel.

En los tiempos de Samuel también el pueblo había pecado contra Jehová y se reunieron en Mizpa donde “ayunaron aquel día” (1 Samuel 7:6), habiendo reconocido “contra Jehová hemos pecado”. También en los tiempos de Nehemías fue proclamado ayuno donde “confesaron sus pecados, y las iniquidades de sus padres” (Nehemías 9:1-2). Lo mismo hicieron los hombres de Nínive (Jonás 3:5).

Muestra de profunda angustia o dolor

Los hombres de Jabes ayunaron luego de la muerte de Saúl. Con todos los defectos de Saúl como rey, los hombres de Jabes de Galaad nunca olvidarían el día cuando Saúl salió a la batalla contra los amonitas para librarlos (1 Samuel  11:1-2). La muerte de Saúl causó en estos hombres un profundo dolor, al igual que lo causó en el corazón de David y sus hombres (2 Samuel 1:11-12).

David también ayuna al ver a su hijo enfermo a punto de morir (2 Samuel 12:16). Ester pide al pueblo de Israel que ayune al momento cuando ella se debía presentar delante del rey para interceder por su pueblo que estaba bajo sentencia de muerte (Ester 4:16).

Circunstancial

El ayuno podía ser incluso debido a las circunstancias, es decir, no se tenía el propósito específico de ayunar sino que simplemente en el momento no había comida o no había donde encontrar comida. Un ejemplo de esto es cuando Moisés estuvo en el Monte Sinaí por 40 días (Éxodo 34:28 y Deuteronomio 9:9), también el ayuno de Elías en el Monte Horeb (1 Reyes 19:8) y el ayuno del Señor Jesucristo en el desierto (Mateo 4:2). El apóstol Pablo también habla de algunas veces que ha ayunado y lo menciona en relación a las pruebas por las que había pasado a lo largo de su servicio para Dios, evidentemente que si su ayuno fuera voluntario no lo estuviera mencionando en esta lista ni hablaría del ayuno como una prueba.

Vínculo con la oración

Siempre que vemos el ayuno en la Biblia está relacionado con la oración, bien sea para confesión de pecados o para rogar a Dios por aquello que estaba causando la angustia. El ayuno tenía el solo propósito de abstenerse de algo para hacer la oración la única prioridad y dedicarse de entero a ella. Implicaba abstenerse de todo para dedicarse sólo a la oración. Esto incluía, por supuesto, abstenerse de comida, ya que ni aún lo más básico en nuestra vida, que es la comida, se podía interponer a la necesidad de orar y rogar a Dios por ese propósito específico. No está demás destacar que la abstención incluía abandonar la maldad. Hemos visto que el ayuno fue practicado en tiempo de arrepentimiento y por supuesto que esto llevaba  a la persona a abstenerse del mal que venían haciendo, esto lo vemos de una forma bien clara en los hombres de Nínive cuando dijeron “conviértase cada uno de su mal camino, de la rapiña que hay en sus manos” (Jonás 3:8).

Práctica religiosa

Para los fariseos no era más que una práctica cotidiana. Aquel fariseo que oraba de pie en el templo “ayunaba dos veces por semana” (Lucas 18:12), no por una razón específica ni para dedicarse a la oración sino más bien para mostrar a otros una falsa apariencia de piedad. El Señor condena el ayuno como una manera de obtener la admiración y alabanza de los hombres, porque había aquellos que hipócritamente “demudaban sus rostros para mostrar a los hombres que ayunaban” (Mateo 6: 16). Es decir, es algo errado decir que una persona por ayunar está más consagrada y cerca de Dios. El pueblo de Israel había abusado del ayuno y vemos cómo Dios se los reclama por medio de Isaías cuando dice “He aquí que para contiendas y debates ayunáis y para herir con el puño inicuamente; no ayunéis como hoy, para que vuestra voz sea oída en lo alto… ¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo? (Isaías 58:4-6).

El ayuno entonces no es un mandamiento o una obligación en la vida de un creyente. Los mismos discípulos de Juan no entendían el por qué ellos ayunaban y los discípulos del Señor no lo hacían. El Señor les explica que no era el tiempo de ayunar, Él mismo estaba con ellos y estaban gozosos, por lo tanto no tenían que exponer sus cuerpos al ayuno si no había una razón para hacerlo.

No está obsoleto

Con lo dicho en este artículo no queremos hacer ver que el ayuno está obsoleto, pasado de moda o que es impropio que un creyente ayune. Más bien es importante que sepamos los principios bíblicos del ayuno y que al hacerlo estar consciente del por qué lo estamos haciendo y de qué manera debemos hacerlo. El Señor nos da tres principios necesarios en cuanto al ayuno:

  • “Unge tu cabeza”: Consagración. Esto es lo que se hacía con el sacerdote para consagrarlo a su ministerio y servicio para Dios. También el rey era ungido, marcando su elección por parte de Dios para ser el líder de la nación. Nos enseña que si nos abstenemos de otras cosas debe ser para consagrarnos y dedicarnos completamente a algo espiritual, esto es, a la oración, ruego y súplica a Dios.
  • “Lava tu rostro”: Santificación. Los fariseos “demudan sus rostros” para hacer ver lo estricto de su religión y su capacidad de “cumplir la ley”, pero ese esfuerzo personal es solamente para impresionar a los hombres pero Dios podía ver la realidad en sus corazones. Hebreos 10:22 nos confirma la misma idea: “acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura”.
  • “En secreto”: Exhibición. El ayuno no es para proclamarlo ni para jactarnos que nosotros sí ayunamos mientras que otros no lo hacen. Ni tampoco para tratar de hacer creer a los demás nuestro nivel de piedad o para exhibirnos delante de otros. El Señor nos dice que lo hagamos en secreto, delante de nuestro Padre, porque es a Él a quien estamos rogando.

El ayuno es una práctica de la que se ha abusado mucho en la antigüedad con fines religiosos para mostrar apariencia. No estamos obligados a ayunar, ni es algo que debemos tomar como una rutina en nuestra vida. Pero es posible que un corazón agobiado y con profunda necesidad decida ayunar, por un período de tiempo, para dedicarse a la oración y ruego sobre algo específico por lo cual se desea pedir a Dios.

Miguel Mosquera