Es la creencia de muchas personas el pensar que la salvación se recibe a través del bautismo. Muchos lo predican y muchos lo creen. En algunos casos toman versículos como Marcos 16:16 o Juan 3:5 para apoyar esta idea, pero en la mayoría de los casos, las personas lo creen simplemente porque se lo han dicho.
Es importante tener la base sólida de la Palabra de Dios. Cuando las corrientes de pensamiento de las personas cambian con el tiempo, podemos estar confiados en que la Palabra de Dios permanece para siempre y sigue dándonos la luz de Dios para que nuestra “fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios” (1 Corintios 2:5).
Tomar uno o dos versículos de forma aislada es un error común de quienes consultan la Biblia. Cuando tenemos amplia enseñanza en el Nuevo Testamento sobre el evangelio y la salvación, no debemos ver la Palabra de Dios a la luz de estos dos versículos, sino lo contrario, ver estos versículos a la luz de lo que el resto de la Palabra de Dios nos enseña. Dios no se contradice.
Es por eso que quiero comenzar dejando en claro la doctrina del evangelio, como lo vemos en el Nuevo Testamento.
La salvación es únicamente por la fe
El Nuevo Testamento está lleno de versículos que nos muestran claramente que la salvación es solamente por la fe, y no por las obras. El bautismo es una obra; es cierto de que es una buena obra, ya que se trata de un mandamiento de Dios, pero sigue siendo una obra, es decir, algo que uno hace.
Notemos varios versículos que confirman que la salvación es por la fe:
- Efesios 2:8-9 – “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe”
- Tito 3:5 – “nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo”
- Romanos 3:24,27-28 – “siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús… ¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley? ¿Por la de las obras? No, sino por la ley de la fe. Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley”
- Juan 3:16 – “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”
- Gálatas 2:16 – “sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado”
- Juan 3:36 – “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él”
- Juan 14:6 – “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”
Podríamos seguir con otros versículos como Juan 1:12, Hechos 16:31, Juan 5:24, Romanos 6:23, Gálatas 3:2, 1 Juan 1:7, 1 Corintios 1:17, Hechos 10:43. Hay más, pero estos son suficientes para ver claramente que no hay mención de la necesidad del bautismo para poder ser salvo, sino solamente la fe en Cristo Jesús.
La razón por la cual la salvación es solamente por la fe es debido a que Cristo es un poderoso Salvador y su obra en la cruz es suficiente, así que pasemos a considerar esto.
La suficiencia de Cristo como Salvador y su obra en la cruz
Cuando se trata de añadir algo a la obra de Cristo para la salvación (incluyendo el bautismo) se está dando a entender que lo que Cristo hizo no es suficiente y, por lo tanto, es necesario agregar algo más. La Palabra de Dios nos enseña que Cristo es el único Salvador y que su obra en la cruz es suficiente para el perdón de todos los pecados.
Dios no envió a un profeta, ni siquiera a un ángel, para efectuar la obra de la salvación. Envió a su Hijo Amado, quien es perfecto en su andar y perfecto en todas sus obras. ¿Alguna vez hizo Cristo un milagro incompleto? Nunca. Dijeron de Él: “bien lo ha hecho todo” (Marcos 7:37).
El Señor Jesús es poderoso para salvar: “por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos” (Hebreos 7:25) y también, “nos levantó un poderoso Salvador en la casa de David su siervo” (Lucas 1:69).
Su obra en la cruz fue una obra completa. Cristo dijo: “Consumado es” (Juan 19:30), dejando en claro que ya todo estaba cumplido. “¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros” (Romanos 8:34). ¡Qué gran obra! ¿Hay algo que podamos agregar a lo que Cristo ya hizo?
Cristo enfrentó a Satanás y triunfo sobre él y sobre el pecado en la cruz. Se levantó de los muertos y Dios ha dado prueba de su satisfacción con la obra de Cristo al sentarlo a su diestra en los cielos. Después de todo lo que Cristo ya hizo, y su obra completada (léase bien: completada), no debemos pensar que podemos recibir la salvación por algo que nosotros hacemos, a saber, el bautismo, ni ninguna otra obra o conjunto de obras que hagamos.
Está demasiado arraigado al corazón del ser humano la idea de que “tengo que hacer algo”, de que está en mí el poder ganar la salvación. Es parte del pecado del orgullo que hace a la persona estar satisfecha consigo misma, pero que no está dispuesta a humillarse y reconocer que la obra de Cristo es suficiente.
Ya todo está hecho, ¿crees esto?
La predicación de los apóstoles
En el libro de Hechos encontramos 8 predicaciones, dadas por Pedro, Esteban y Pablo. Cada una de ellas presenta como tema central a Cristo y su obra en la cruz, su muerte y resurrección, concluyendo con la necesidad del arrepentimiento y la fe en Jesucristo para ser salvos.
- Hechos 3 – Pedro en el templo
- Hechos 4 – Pedro frente a los líderes de Israel
- Hechos 7 – Esteban ante los sacerdotes
- Hechos 10 – Pedro en casa de Cornelio
- Hechos 13 – Pablo en Antioquía de Pisidia
- Hechos 17 – Pablo en Atenas
- Hechos 22 – Pablo ante los judíos
- Hechos 26 – Pablo ante el rey Agripa
(La predicación de Pedro en Hechos capítulo 2 la comentamos más adelante)
Puede leer todas estas predicaciones para que note lo que los discípulos predicaban al principio. Con razón el apóstol Pablo le escribió a los Corintios: “Pues no me envió Cristo a bautizar, sino a predicar el evangelio; no con sabiduría de palabras, para que no se haga vana la cruz de Cristo” (1 Corintios 1:17). Si la salvación fuera por el bautismo, ¿porqué el Señor no envió a Pablo a bautizar también? Claramente, que la salvación no es por el bautismo.
En 1 Corintios 15:3-4 el apóstol resume el evangelio que él había predicado: “Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras”. Ninguna mención al bautismo. Nuevamente, el apóstol Pablo dijo a los corintios “Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado” (1 Corintios 2:2).
Versículos que parecen enseñar lo contrario
Comencemos con Marcos 16:16, “El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado”. Algunos dirán: “¡Allí está! Este versículo nos enseña que hay que bautizarse para ser salvo”.
Es importante dejar en claro que la Biblia no se contradice, es decir, no va a decir una cosa en un lugar y otra cosa en otro lugar. Ya hemos notado que el resto del Nuevo Testamento enseña que Cristo lo hizo todo y por eso la salvación se recibe como un regalo de parte de Dios por la fe en Jesucristo. Entonces, ¿qué quiso decir el Señor Jesucristo con: “el que creyere y fuere bautizado, será salvo”?
Con tan sólo leer el versículo completo encontraremos la respuesta. La siguiente frase dice: “mas el que no creyere, será condenado”. Fíjese que no dice “el que no se bautiza, será condenado”, sino que dice, “el que no creyere, será condenado”, ya que la salvación o condenación de una persona depende únicamente de si cree o no en Cristo como Salvador. La razón por la que el Señor menciona el bautismo es debido a que el bautismo está íntimamente ligado a la salvación. El bautismo es un mandamiento divino y es el deseo de Dios de que todo creyente en Cristo sea bautizado. De hecho, exceptuando el ladrón en la cruz, todos los ejemplos de personas que fueron salvas, luego fueron bautizadas, pero eso es muy diferente a decir que una persona es salva a través del bautismo, o que sin el bautismo no hay salvación.
Hay otro versículo muy usado: “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hechos 2:38).
En primer lugar, es importante notar el contexto en el que Pedro menciona estas palabras. Los versículos anteriores dicen: “a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo. Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?” (Hechos 2:36-37). Pedro le está predicando a los judíos. Unas semanas antes ellos, públicamente, habían gritado a Pilato: “¡Fuera con éste, y suéltanos a Barrabás!” (Lucas 23:18). Ahora se dan cuenta del error tan grave que han cometido, rechazando al Mesías y condenándole a la crucifixión. Ya no pueden retroceder el tiempo para deshacer lo que habían hecho, por eso Pedro les dice: “arrepentíos”, y es precisamente ese genuino arrepentimiento que iba a traer una manifestación pública por medio del bautismo. La palabra ‘para’ en la frase ‘para el perdón de pecados’, es la palabra griega ‘eis’ que también puede tener el sentido de ‘debido a’ como, por ejemplo, en Mateo 12:41, donde el Señor habla del arrepentimiento de la ciudad de Nínive debido a la predicación de Jonás. Primero fue la predicación de Jonás y luego el arrepentimiento de Nínive. En el caso de Hechos 2:38, primero es el perdón de pecados y luego el bautismo. En Hechos 10:43 Pedro está predicando en casa de Cornelio y dice que “todos los que en él creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre”. Ninguna referencia a la necesidad de ser bautizados para recibir el perdón de pecados.
Para enfatizar un poco más haremos referencia al carcelero de Filipos que, luego del terremoto, quedó en la misma convicción de aquellos judíos en Hechos capítulo 2, note la semejanza: “El entonces, pidiendo luz, se precipitó adentro, y temblando, se postró a los pies de Pablo y de Silas; y sacándolos, les dijo: Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo?” (Hechos 16:29-30). La convicción de su pecado y la pregunta es la misma que en Hechos 2, pero la respuesta fue: “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa”. Ninguna referencia a la necesidad del bautismo para ser salvo, sin embargo, luego de ser salvo aquel hombre se bautizó.
Juan 3:5 lo consideramos en otro escrito. Si está interesado en saber qué quiso decir el Señor Jesucristo al decir a Nicodemo que es necesario nacer del “agua y del Espíritu” puede ir a este vínculo.
Otros ejemplos
Otros ejemplos en las Escrituras nos confirman lo mismo de que el bautismo no salva. Notemos algunos:
El malhechor en la cruz. Estamos de acuerdo en que uno de los malhechores que fueron crucificados con Jesús fue salvo. Esto lo entendemos por las palabras del Señor: “De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lucas 23:43). ¿Cómo fue salvo? ¿Por el bautismo? ¡Claro que no! Estaba clavado a la cruz, no había manera de que pudiese bautizarse. Fue salvo solamente por la fe en Cristo. Dios no tiene diferentes maneras de salvar a una persona de acuerdo con sus circunstancias. La salvación es de una sola manera, por la fe.
Otro ejemplo sería aquel eunuco que iba camino de Jerusalén a Gaza (Hechos 8). Después de escuchar el evangelio de Jesús de la boca de Felipe, el hombre dijo: “Aquí hay agua; ¿qué impide que yo sea bautizado?” Felipe no le dijo: “bautízate para que seas salvo”. La respuesta de Felipe fue: “Si crees de todo corazón, bien puedes” (Hechos 8:37). Primero la fe en Jesucristo y luego el bautismo, no para salvar ni para completar la salvación, sino más bien como una evidencia de la salvación y en obediencia a Cristo como Señor.
El tercer ejemplo se trata de uno que fue bautizado, pero no fue salvo. Se trata de Simón el mago, en Hechos capítulo 8. Se nos dice que, cuando Felipe fue a Samaria y predicó el evangelio, que “También creyó Simón mismo, y habiéndose bautizado, estaba siempre con Felipe” (Hechos 8:13). Al seguir leyendo nos daremos cuenta de que lo de Simón fue una falsa profesión, ya que más adelante Pedro le dijo: “tu corazón no es recto delante de Dios. Arrepiéntete, pues, de esta tu maldad, y ruega a Dios, si quizás te sea perdonado el pensamiento de tu corazón; porque en hiel de amargura y en prisión de maldad veo que estás” (Hechos 8:21.23). Lo que Pedro dijo es una clara descripción de alguien que no ha sido salvo. Así que, aunque había sido bautizado, el bautismo no tuvo ningún efecto en Simón.
El bautismo es un mandamiento de Dios para aquellos que ya son salvos. Es el deseo de Dios que todo verdadero creyente obedezca a Cristo por medio del bautismo, pero el bautismo como tal NO SALVA. Quien salva es Cristo, y la salvación se recibe solamente por la fe en Él.
En ocasiones conversando con algunas personas les pregunto si ya son salvos, y su respuesta es: “me bauticé en tal fecha”. Si su confianza está solamente puesta en su bautismo, entonces todavía no es salvo. Necesita descansar plena y únicamente en Cristo como Salvador.
¡Gracias a Dios que Jesús es poderoso y suficiente Salvador!
Miguel Mosquera
¿Qué debo hacer para ser salvo? Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa.Hechos 16:30-31
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