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El cántico de Zacarías

Bendito el Señor Dios de Israel, que ha visitado y redimido a su pueblo, y nos levantó un poderoso Salvador en la casa de David su siervo Lucas 1:68-69

El cántico de Zacarías comienza y se centra en la Persona de Cristo. No se enfoca en Juan, aunque lo menciona, ni tampoco en la emoción de poder ser padre, sino se centra en el Salvador. El cántico de María se enfoca en la salvación personal, ella dice: “Dios mi Salvador”; mientras que el cántico de Zacarías se enfoca en el plan de salvación universal ofrecido en la Persona de Cristo.

En este cántico encontraremos referencia a tres pactos del Antiguo Testamento:

El pacto con David (vv.68-71)

Aquí tenemos la referencia al “cuerno de salvación”. Esta palabra ‘cuerno’ muchas veces es asociada al poder, por lo que la RV1960 muy bien usa la expresión: “el poderoso Salvador”. Las grandes victorias de David serían opacadas por la suprema victoria de Cristo, quien venía de la casa de David. Cristo vino del linaje de David para cumplir el pacto hecho a este rey.

El pacto con Abraham (vv.72-75)

En el v.73 dice: “del juramento que hizo a Abraham nuestro padre”. Zacarías hace referencia ahora a tres virtudes tan anheladas en el mundo: paz (sin temor le serviríamos), santidad y justicia. Ningún líder ha podido obtener, ni mucho menos, garantizar ninguna de estas virtudes; pero Cristo lo completará. Fue necesario primero la cruz para poder hacer esto posible, pero será completado con la gloria de Cristo en su segunda venida.

El nuevo pacto (vv.76-79)

Este pacto comenzaría con la llegada del precursor, como es descrito por los profetas Isaías y Malaquías (Isaías 40:3; Malaquías 3:1). El anuncio dado por el ángel Gabriel sobre la llegada de Juan el Bautista indicaba claramente que se trataba de este precursor, lo cual permitía concluir que la venida del Mesías era inminente.

Juan el Bautista no traería la salvación, sino que él daría “conocimiento de salvación a su pueblo”. Él señalaría al Salvador, al Señor Jesucristo: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29).

En Cristo se cumplen todas las promesas y pactos hechos por Dios. Él es fiel a su Palabra.

Oíd un son en la alta esfera:
«En los cielos gloria a Dios;
al mortal paz en la tierra»,
canta la celeste voz.
Con los cielos alabemos
al eterno Rey; cantemos
a Jesús, a nuestro bien,
con el coro de Belén.
Canta la celeste voz:
«¡En los cielos gloria a Dios!»

Miguel Mosquera

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