Exaltado seas sobre los cielos, oh Dios; sobre toda la tierra sea tu gloriaSalmo 57:5
En el v.4 David describe a sus enemigos: “mi vida está entre leones; estoy echado entre hijos de hombres que vomitan llamas; sus dientes son lanzas y saetas, y su lengua espada aguda”. Son personas insensibles de carácter y que no tienen temor de hacer daño. Podemos imaginar lo que otros estaban hablando de David para que él los describiera de esa manera. ¿Alguna vez te has sentido como David cuando otros hablan de ti?
Cuán fácil es poner la atención en los ‘leones’ y su ataque. Sin embargo, esa es una de las principales armas del enemigo: intimidar; para que quitemos la mirada de Aquel que es más grande y poderoso. No hay enemigo que pueda superarlo, por muy feroz que se muestre. La intimidación del enemigo es con el fin de silenciar nuestros labios de dar alabanza a nuestro Dios. David no va a dejar que otros lo detengan: “te alabaré entre los pueblos, oh Señor; cantaré de ti entre las naciones” (v.9)
David sabe que Dios es más grande, que es exaltado sobre los cielos. Él mira todas las cosas, está en control y cuida de nosotros. David había huido a una cueva, pero su seguridad no estaba en su escondite, sino en Dios: “en ti ha confiado mi alma, y en la sombra de tus alas me ampararé” (v.1).
¡Oh, que tuviera lenguas mil
del Redentor cantar
la gloria de mi Dios y Rey,
los triunfos de su amor!
Miguel Mosquera
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