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El Egocentrismo

Porque habrá hombres amadores de sí mismos (2 Timoteo 3:2)

El egocentrismo es una de las características predominantes en el mundo de hoy. Todo está centrado en satisfacerme a mí mismo, en sentirme bien conmigo mismo, en lo que pienso en lo que hago, en lo que me gusta y no me gusta, mis sueños, mis victorias, y el «YO» es exaltado sobre todas las cosas. De la larga lista que el apóstol Pablo menciona en 1 Timoteo 3, sobre los tipos de personas que prevalecerán en los postreros tiempos, los egocéntricos encabezan la lista.

La entrega a Cristo debe ser completa, el compromiso debe ser diario.

Facebook, fitness, farándula, fama, todos tienen el mismo objetivo: que seamos amadores de nosotros mismos. Fácilmente el creyente también puede caer en este mismo terreno. Evidentemente que cuando nuestro amor está mal enfocado, dirigido siempre hacia mí, entonces mi amor a Dios disminuye. La ley de Dios se resume en dos grandes mandamientos: Amar a Dios y amar al prójimo. Ese fue el ejemplo que nos dio el Señor Jesucristo. Él dijo «yo no busco mi gloria» (Juan 8:50), «el Hijo del Hombre no vino para ser servido sino para servir» (Marcos 10:45), «Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya» (Lucas 22:42). Cristo nunca buscaba su propio bienestar, más bien nos enseña Filipenses 2 que el Señor Jesucristo se despojó a sí mismo, se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Entregó su vida por nosotros, «se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado» (Hebreos 9:26)

El Señor nos dice entonces que «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame» (Lucas 9:23). La entrega es completa, el compromiso es diario.

Miguel Mosquera
Foto en portada y texto: Looking in the Mirror por Alvaro Prieto bajo la licencia CC BY-NC 2.0 (mod. 1018x460px)

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