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El Hijo Sabio

El hijo sabio recibe el consejo del padre… El hijo sabio alegra al padre (Proverbios 13:1; 15:20)

Salomón escribió el libro de Proverbios, pero su hijo Roboam fue uno que no escuchó el buen consejo para aplicar sabiduría y por causa de no escuchar el consejo, el reino de Israel se dividió.

El Señor Jesucristo fue un Hijo sabio. El profeta Isaías dice de Cristo que en Él iba a reposar «el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová» (Isaías 11:2) y también «Jehová el Señor me dio lengua de sabios, para saber hablar palabras al cansado; despertará mañana tras mañana, despertará mi oído para que oiga como los sabios» (Isaías 50:4). Su sabiduría era evidente al escucharle hablar. Incluso a los 12 años se sentó en medio de los doctores de la ley y «todos los que le oían, se maravillaban de su inteligencia» (Lucas 2:47). De igual manera unos versículos más tarde se nos dice que Jesús crecía en sabiduría. Sin duda que el Señor fue un Hijo sabio.

Escuchaba el consejo del Padre y siempre hacía su voluntad. Hablaba las palabras que el Padre le daba que hablase. Hacía las obras que el Padre le daba que hiciese. «Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra» (Juan 4:34), y así fue la vida del Señor Jesús. Es por eso que escuchamos al Padre decir, en dos oportunidades, «Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia» (Mateo 3:17; 17:5).

Miguel Mosquera

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