Entonces los que temían a Jehová hablaron cada uno a su compañero; y Jehová escuchó y oyó, y fue escrito libro de memoria delante de él para los que temen a Jehová, y para los que piensan en su nombreMalaquías 3:16
La condición del pueblo de Israel en los tiempos de Malaquías era triste. Habían abandonado a Dios y dejado sus mandamientos y ni siquiera se daban cuenta. Sus palabras eran: “Por demás es servir a Dios… Bienaventurados son los soberbios y los que hacen impiedad”.
Sin embargo, había un remanente, quizás una minoría, de personas que eran diferente. Tres cosas se nos dicen de ellos:
Temen a Jehová: mostraban respeto y reverencia al Dios del cielo. Se sujetaban a su Palabra para obedecerla. Además, de decir que temen a Jehová, también “piensan en su nombre”.
Gozaban de comunión: Hablaban cada uno a su compañero, para darse ánimo y apoyo. Su conversación era provechosa para cada uno, Dios sería su tema y las promesas de Dios su ancla.
Eran un especial tesoro para Dios: Si otros no se daban cuenta de este remanente, Dios sí lo estaba observando, y para Él serían un especial tesoro.
Es allí donde se nos introduce a este libro de memoria. Dios escuchó y se agradó de la conversación entre estos fieles siervos de Dios, para escribir sus palabras en un libro de memoria. No se olvidaría Dios de la fidelidad y amor de aquellos que, en tiempos de adversidad y en tiempos cuando a su alrededor no había temor de Dios, tuvieron convicción de ser diferentes al resto, para honrar a Dios con sus acciones y con sus palabras. Seamos como ellos.
Precepto es del Señor
que gloria yo le dé,
cuidando el alma que me dio,
viviendo por la fe.
Miguel Mosquera
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