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El Matrimonio

El valor y la importancia del matrimonio están bajo ataque en nuestra sociedad. El divorcio, la infidelidad, convivencia pre-matrimonial, el homosexualismo, la poligamia, por nombrar algunas, son vistas como algo muy común y normal en nuestros días. En la escuela nos enseñaron que la familia es la base de la sociedad, es decir, que cuando vemos las familias deterioradas y en decadencia lo mismo ocurrirá a la sociedad, se verá deteriorada y en decadencia. Pero más que un golpe al fundamento de la sociedad es un reflejo del pecado en el corazón del hombre y su deseo de alejarse de Dios y su Palabra cuestionando, y yendo en contra, de sus principios. Bajo la bandera de la “tolerancia” se han perdido las convicciones, bajo la bandera de la “aceptación” se han perdido los principios morales y bajo la bandera de la “libertad” se ha dejado de lado a Dios y la Biblia para vivir como en los tiempos de los jueces de Israel donde “cada uno hacía lo que bien le parecía” (Jueces 21:25). Pero notemos algunos aspectos importantes del matrimonio:

Es una Institución Divina

Dios formó al hombre del polvo de la tierra luego, tomando una de las costillas de Adán, formó a Eva y la trajo a Adán para que fuera su esposa y nos dice “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne”. El Señor Jesucristo citando estas escrituras también agrega “por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre” (Mateo 19:6). Dios es quien nos muestra este primer matrimonio y, como veremos más adelante, lo hace de esta forma por una razón. Evidentemente que ir en contra de esta hermosa institución divina es ir en contra de Dios.

Es entre un hombre y una mujer

No era simplemente porque había un solo hombre y una sola mujer que Dios hizo esto. Por supuesto que Dios podía haber creado o formado otros seres, pero Dios hizo que fuera así: “¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo, y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne? (Mateo 19:4-5). El homosexualismo es pecado delante de Dios y va en contra del principio divino. El homosexualismo no es algo nuevo, era una práctica en el mundo antiguo que no conocía a Dios. Romanos 1:24-27 describe estas naciones diciendo: “Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío. Por lo menos 5 cosas aprendemos de este pasaje en cuanto a la homosexualidad:

También leemos en 1 Corintios 6:9-11 “¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios. Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios”. Pero, al igual que cualquier otro pecado (como los que se mencionan en esta lista y muchos otros que no están allí), el/la homosexual puede ser alcanzado por la gracia de Dios para salvación. Puede ser lavado, santificado y justificado, porque “la sangre de Jesucristo, su Hijo, nos limpia de todo pecado” (1 Juan 1:7). Claro, no para seguir en el curso de su pecado porque como nos enseña el pasaje ya citado, nos dice “esto erais algunos”, en pasado, habían cambiado su manera de vivir a una vida que honra y agrada a Dios.

Es una unión permanente

Es una unión nueva, porque ya el hombre debe dejar su padre y su madre para unirse a su mujer. No quiere decir que se pierde el vínculo o que ya no hay relación alguna con los padres pero cuando dos personas se casan están formando una nueva unión, que debe perdurar hasta la muerte o la venida del Señor. “La mujer casada está ligada por la ley mientras su marido vive” (1 Corintios 7:39), por supuesto que esto no es algo solo de la mujer y el marido tiene la libertad de hacer lo que quiere, esta es una unión entre ambos y por lo tanto ambos están ligados hasta la muerte.

Debemos no solamente defender estas verdades y mantener nuestras convicciones a pesar de la presión de la opinión de la mayoría, pero debemos reflejar estas verdades en nuestras propias vidas, en nuestros propios matrimonios

Es una figura de Cristo y la Iglesia

Dios tenía un propósito al instituir el matrimonio entre Adán y Eva, y era mostrar una figura de Cristo y su Iglesia. Efesios lo llama un misterio, no algo tenebroso y oscuro, sino más bien una verdad que había estado oculta por un tiempo pero Dios en su debido momento lo reveló. Leemos en Efesios 5:25-27 “Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha…  Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia”. En el principio Dios lo mostró en figura pero al final será consumada la unión eterna entre Cristo y la Iglesia, por eso Dios le da tanta importancia al matrimonio, como está enseñado en su Palabra.

Muchos nos conocen estas verdades y, posiblemente, tampoco tengan pensado leer la Biblia para ver lo que dice del matrimonio y basar sus creencias en la Biblia, pero como creyentes debemos no solamente defender estas verdades y mantener nuestras convicciones a pesar de la presión de la opinión de la mayoría, pero debemos reflejar estas verdades en nuestras propias vidas, en nuestros propios matrimonios.

“Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado. Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos. Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios” (Apocalipsis 19:7-9).

Miguel Mosquera

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