Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejasJuan 10:11
Desde el principio vemos que el pastor está asociado al sacrificio. El primer pastor mencionado en la Biblia es Abel: “Abel fue pastor de ovejas, y Caín fue labrador de la tierra” (Génesis 4:2), y lo primero que leemos de él es ofreciendo lo mejor de las ovejas en sacrificio a Dios.
Sin embargo, desde Abel y a lo largo del Antiguo Testamento siempre fue la oveja la que daba la vida por el pastor. Más adelante, cuando el cordero de la Pascua fue ofrecido en Egipto, nuevamente era la oveja dando la vida por el pastor.
Ahora el Señor trae un contraste con los sacrificios de la antigüedad, ya que ahora es “el buen pastor su vida da por las ovejas”. Como el Pastor, Cristo no estaba esperando que las ovejas sacrificaran su vida por Él, sino más bien Él venia para dar su vida por las ovejas, las cuales somos nosotros. “Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros” (Isaías 53:6).
Hablando de su muerte Cristo dijo: “yo pongo mi vida” (Juan 10:17). Así como el sacerdote, en la antigüedad, colocaba la oveja sobre el altar del sacrificio, así el Señor Jesucristo colocó su propia vida en ofrenda sobre el altar de la cruz. Enfrentó al enemigo. Dio su vida a cambio de la nuestra. Cuando iba a ser arrestado en Getsemaní, dijo: “si me buscáis a mí, dejad ir a éstos” (Juan 18:8).
Él murió para darnos vida, y Él vive para garantizarnos la salvación eterna. En Él estamos seguros, como dijo: “yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano” (Juan 10:28).
Cuando perdido anduve, vino el buen Pastor;
vino en busca del cordero que se perdió.
A sufrir la muerte le llevó su gran amor,
y con regocijo a su cordero halló.
Miguel Mosquera
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