Maureen todavía recuerda como si fuera ayer cuando su tío le recomendó invertir todo su dinero en la firma de Bernard L. Madoff Investment Securities. Maureen Ebel, de 60 años, había perdido a su esposo recientemente por lo que decidió seguir el consejo de su tío y todos sus ahorros los dio a Bernard Madoff, quien le aseguró que invertiría su dinero para hacerla ganar más. Maureen pensó: mi dinero está seguro, así que puedo vivir el resto de mi vida tranquila.
Bernard Madoff era asesor de inversiones y corredor de bolsa. Fundó la firma Bernard L. Madoff Investment Securities en 1960 y fue su presidente hasta el momento de su quiebra en diciembre del 2008. Esta firma era una especie de banco donde las personas depositaban su dinero y Madoff utilizaba ese dinero para invertirlo en acciones de bolsa y ganar más dinero, por lo que los clientes de la firma podían tener intereses mayores que otros bancos y ganar más. El único problema era que Madoff no estaba invirtiendo el dinero. Fue el fraude más grande en la historia de los Estados Unidos. Madoff pagaba los intereses de sus clientes con el dinero que depositaban los clientes nuevos, así que no había inversiones, los clientes ganaban dinero solamente en el papel, pero el dinero no existía. Madoff estafó y engaño a miles de personas por un monto que superaba los 18 mil millones de dólares.
Hasta poco tiempo antes de la quiebra de la firma todavía había personas invirtiendo su dinero allí. No sabían que estaban dando su dinero a un banco en quiebra. ¡Qué engaño! ¡Qué error! Pero asimismo hay muchas personas engañadas por el brillo de este mundo. Invierten su vida entera en las cosas del mundo, en placeres, fiestas, diversión, trabajo, familia, y tantas otras cosas, y se mantienen tan ocupados que se olvidan de Dios. El Señor Jesucristo dijo: “Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?” (Marcos 8:36). Lo que el Señor quería enseñar es que el peor negocio es malgastar la vida en las cosas del mundo y, aunque pudiera ganarlo todo, al final perder el alma para siempre. El apóstol Juan escribe en su carta: “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos.” (Juan 2:15-17). Tu alma, apreciado lector, es de mucho valor y Cristo pagó el precio de tu alma muriendo en la cruz del Calvario por tus pecados.
Madoff no pudo esconder su mentira más tiempo. Fue arrestado, enjuiciado y sentenciado a 150 años de cárcel. Obtuvo lo que merecieron sus acciones. Tristemente para Maureen Ebel, así como muchas otras víctimas del fraude Madoff, nadie responderá por su dinero. Maureen tiene que volver a ejercer la enfermería, a sus 60 años. Ella dice: “es como si quisieras estar soñando pero enseguida te das cuenta que todo es real, Madoff ha dejado mi vida en ruinas, tengo que vender todo y volver a trabajar para poder subsistir lo que resta de mi vida”. ¡Cómo quisiera Maureen retroceder el tiempo para tomar otra decisión!
Este mundo es un banco en quiebra. Dios ha juzgado y sentenciado a este mundo. No vale la pena seguir dedicando la vida al placer y al pecado que hay en el mundo. Dios ha levantado un poderoso Salvador que venció al mundo, fue a la cruz para pagar la deuda de nuestros pecados y salvar tu preciosa alma de la condenación eterna. Él puede saciar tu alma, limpiar tus pecados y darte una herencia incorruptible en los cielos. Cristo le dijo a sus discípulos: “confiad, yo he vencido al mundo” (Juan 16:33). Confía en Cristo.
Dejo el mundo y sigo a Cristo,
porque el mundo pasará;
mas su amor, amor bendito,
por los siglos durará.
Miguel Mosquera