El precio de su aprecio

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Y les dije: Si os parece bien, dadme mi salario; y si no, dejadlo. Y pesaron por mi salario treinta piezas de plata. Y me dijo Jehová: Echalo al tesoro; ¡hermoso precio con que me han apreciado!Zacarías 11:12-13

 

Esta profecía fue cumplida por Judas cuando entregó al Señor Jesucristo por treinta piezas de plata. Era la muestra del valor que el Señor tenía para aquellos líderes de Israel que le ofrecieron esa cantidad y también para Judas que la recibió. ¿Cómo poner un número a Aquel que es eterno? ¿Cómo comparar con la plata a Aquel que hizo y sostiene el universo? ¿Cómo pesar algo por Aquel que junta las aguas del océano con la palma de su mano?

Cristo dijo: «El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama»
Cuando los príncipes de los filisteos hablaron con Dalila para que descubriera el secreto de la fuerza de Sansón, cada príncipe, cinco de ellos, le ofreció a Dalila mil cien siclos de plata a cambio de Sansón. ¡Cinco mil quinientos siclos de plata! A Cristo lo valoraron con el precio de un esclavo, treinta piezas de plata.
El profeta Isaías también dice de nosotros que «escondimos de Él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos» (Isaías 53:3). Tampoco nosotros le damos el valor que realmente Él merece.

Dios sí le dio el valor que a Cristo le corresponde. Cuando Dios «introduce al Primogénito en el mundo, dice: Adórenle todos los ángeles de Dios» (Hebreos 1:6). También abrió los cielos para decir «Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia» (Mateo 3:17). Además de esto Dios le resucitó de entre los muertos, «por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre» (Filipenses 2:9). El lugar más alto, el valor más alto, no hay nadie por encima de Cristo. Para el Padre, Cristo es de valor infinito por eso está sentado a la diestra de Dios.

Nuestro aprecio por el Señor se ve reflejado en nuestra obediencia a Él. «El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama» (Juan 14:21). ¿Cuál es el precio de tu aprecio?

Por eso el Señor te pregunta: ¿me amas más que estos?

Miguel Mosquera

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