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El punto de resignación

Entonces su padre Jacob les dijo: Me habéis privado de mis hijos; José no parece, ni Simeón tampoco, y a Benjamín le llevaréis; contra mí son todas estas cosasGénesis 42:36

¿Alguna vez has pasado por una situación similar? Una prueba tras otra que nos hacen pensar que todas las cosas están contra nosotros. Todo alrededor se pone oscuro, nos es muy difícil darle explicación a lo que está ocurriendo. Nuestra esperanza y fe se ven tan golpeadas que nos sentimos sin fuerza.
Esta fue la experiencia de Jacob. Habían pasado unos 20 años, pero aún no se había recuperado al dolor que había tenido al recibir la noticia de la aparente muerte de José. El hambre se hacía cada vez más intensa. Egipto era el único lugar donde hay comida, pero en el primer intento de buscar comida Simeón cae preso. Los hijos de Jacob no pueden regresar por más comida si Benjamín no va con ellos. Jacob se reúsa dejar ir a Benjamín por temor a lo que le pueda pasar. Se siente acorralado. Sus palabras hacen ver el dolor que sentía: «contra mí son todas estas cosas».

Jacob necesitaba quitar la vista de sí mismo y descansar en los brazos de Dios. Jacob llega a ese punto en el siguiente capítulo (43:14), «el Dios Omnipotente os dé misericordia delante de aquel varón… Y si he de ser privado de mis hijos, séalo». Dios no tenía la intención de arruinar la vida de Jacob, sino que le tenía reservada una gran bendición, que sería ver cara a cara a José. Jacob aceptó la voluntad y soberanía de Dios y se dejó guiar por la fe.

Esto es lo que Dios quiere de nosotros, que aprendamos a dejarlo todo en manos de Él. Que renunciemos a nuestro «yo», y quitemos nuestra mirada de nosotros mismos para descansar en sus brazos poderosos y compasivos. No debemos pensar que Dios intenta arruinar nuestra vida por el hecho que las circunstancias son contrarias, sino quiere que comprendamos que Él está en control y que nos tiene reservado algo mejor más adelante y nos está preparando para algo que viene después. No olvidemos que «las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse» (Romanos 8:18). Descansa en Él.

Miguel Mosquera

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