En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados1 Juan 4:10
El amor es algo muy torcido y mal entendido en el mundo de hoy. En amor que se promueve en nuestra sociedad está centrada en MI. Este falso concepto de amor demanda que otros me den. Todos me tienen que tolerar a mí, mientras que yo no tengo el por qué tolerar a otros. Promueve la inmoralidad, y no hace caso a la verdad. Es necesario colocarnos los lentes de la Palabra de Dios para corregir esta manera de pensar.
El verdadero amor no se centra en mí, sino en Dios. La iniciativa de amar vino del cielo, y no fue en respuesta a algo que hubiésemos hecho, sino que nació en el mismo corazón de Dios. Sin ninguna razón para producirlo, porque Dios es amor (v.8).
El verdadero amor está dispuesto a dar, no a exigir. Este amor de Dios es el ejemplo perfecto de esto: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito,” (Juan 3:16). Lo más valioso y precioso para Dios lo dio por nosotros, su Hijo amado, el Señor Jesucristo.
El verdadero amor no se complace, ni pasa por alto, la injusticia ni el pecado. El amor de Dios ha provisto un medio de salvación y por eso “envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados”. Para salvarnos de la ira de Dios y del juicio por el pecado, Cristo llevó en la cruz el castigo por nuestros pecados, “para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”.
Este es el verdadero amor. ¿Lo has aceptado?
El amor de Dios al mundo,
describirlo ¿quién podrá?
Libros nunca alcanzarían
ni palabras bastarán.
Este amor es sin medida:
vasto, inmenso como el mar.
Dios envió a su Hijo Amado
a morir en mi lugar.
Miguel Mosquera
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