Porque no me afrentó un enemigo, lo cual habría soportado … Sino tú, hombre, al parecer íntimo mío, mi guía, y mi familiar … En cuanto a mí, a Dios clamaré; y Jehová me salvaráSalmo 55:12-13,16
David se cuidaba de sus enemigos, y de ellos podía esperar lo que fuera. Lo que menos se imaginaba era que alguien muy cercano a él, íntimo amigo, en quien había depositado su confianza, sería quien le atacara inesperadamente.
Lo interesante es que David en lugar de llenarse de resentimiento por lo que le hicieron, dice: “en cuanto a mí, a Dios clamaré”. David se acerca a Aquel que nunca falla, cuya amistad es más valiosa que las piedras preciosas. Sabe que jamás tendrá el mismo desenlace que vivió con Ahitofel en relación a su amistad con Dios.
Dios nunca va a fallar, nunca nos va a dejar decepcionados. En nuestro Salvador tenemos un Amigo que siempre estará a nuestro lado, en los buenos momentos y en los malos también. Podemos acudir a su presencia, como lo hizo David: “Tarde y mañana y a mediodía oraré y clamaré, y él oirá mi voz” (Salmo 55:17).
David siguió teniendo buena amistad con otros hombres que eran cercanos a él. La traición de Ahitofel no destruyó la relación y confianza que tenía en otros. Esto se debe a que su principal amistad era con Dios.
Jesús jamás me falta, jamás me dejará;
es mi fuerte y poderoso protector.
Del mundo yo me aparto y toda vanidad
para consagrar mi vida a mi Señor.
Si el mundo me persigue, si sufro tentación,
confiado en Cristo puedo resistir.
La victoria me es segura y elevo mi canción:
grandes cosas Cristo ha hecho para mí.
Miguel Mosquera
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