«…y el cananeo estaba entonces en la tierra» (Génesis 12:6)
Cuando Moisés envió a los doce espías a inspeccionar la tierra de Canaán uno de los temores más grandes eran los pueblos que habitaban allí. Ellos dijeron al resto del pueblo «Mas el pueblo que habita aquella tierra es fuerte, y las ciudades muy grandes y fortificadas; y también vimos allí a los hijos de Anac. Amalec habita el Neguev, y el heteo, el jebuseo y el amorreo habitan en el monte, y el cananeo habita junto al mar, y a la ribera del Jordán» (Números 13:28-29). Cuando Moisés escribe sobre la llegada de Abraham a la tierra de Canaán termina haciendo esta acotación: el cananeo estaba allí, en pocas palabras, la misma gente a quienes tenían tanto miedo vivían en la época de Abraham (lee Génesis 15:18-21). Aquí está una familia llegando en medio de unos pueblos temibles, coloca su tienda y vive en plena tranquilidad. ¿Por qué? Dios lo protegía y él confiaba en Dios. Por otro lado está el pueblo de Israel, una nación entera, con su ejército, igualmente guiados por Dios, y están temerosos. ¿Por qué? Dios les había prometido entregar la tierra, pero ellos no confiaban en sus promesas.
¿Cómo está mi confianza en Dios? Tantas veces veo mis problemas como algo único, por lo que más nadie ha pasado ni puede comprender mi situación. No veo salida y quedo abrumado y desanimado ya que, a pesar de mi esfuerzo nada parece funcionar. Es muy probable que otros hayan pasado por una situación similar o igual (1 Pedro 5:9) y aunque la prueba por la que estemos pasando sea realmente diferente, el Dios en quien confiamos es el mismo. El mismo Dios que protegió a Abraham de los cananeos, el mismo que entregó la tierra prometida y los gigantes en mano del pueblo de Israel, es el mismo Dios que tiene poder para ayudarte en tu situación. Descansa en Él, Dios es grande, más grande que cualquiera, o incluso que todos, nuestros problemas.
Miguel Mosquera
Foto en portada y texto: Sunlight por Maliz Ong en Dominio Público (mod. 1018x460px)