Es una sensación muy desesperante estar en una situación similar. Pero quizás sería más trágico pensar que Okene no se hubiese dado cuenta de la condición en que estaba. Es que muchas personas están en el mundo sin darse cuenta de la condición que se encuentran delante de Dios. Viven tranquilos sin preocuparse de sus pecados y del juicio venidero por causa de ellos. La Biblia dice claramente: No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda. No hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno… Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios… Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios. (Romanos 3:10-12, 19, 22-23). Esto te incluye a ti.
Okene vio luces. Esos no eran peces, ¡eran buzos! Comenzó a golpear las paredes pero nadie lo escuchaba. De pronto las luces se veían muy cerca y pudo ver a uno de los buzos así que lleno de valor salió a encontrarle. Aquel hombre era parte de un equipo de buzos que habían bajado al barco para rescatar los cuerpos de los tripulantes. Después de 3 días ya no había razón para pensar que encontrarían un sobreviviente. Ya habían sacado 10 cuerpos, y el buzo, con sus luces, pudo ver una mano que se acercaba. Cuando fue a agarrar la mano, la mano lo agarró a él. Inmediatamente grito: “Hay un sobreviviente… ¡Está vivo!”. Era la mano de Okene que en su último intento salió a encontrarse con los buzos. Aquellos hombres sacaron a Okene sano y salvo a la superficie como uno que vuelve de la muerte.
Es obvio que Okene no se podía salvar a sí mismo. Los buzos descendieron a buscarle, le encontraron y le rescataron. Mi apreciado lector, hemos procurado enfatizar la condición en la que te encuentras delante de Dios. Pero solo no te puedes salvar. Cristo descendió del cielo a la tierra para buscarte. Jesús dijo “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Lucas 19:10). Salvarte significó para Él morir en la cruz por tus pecados. Llevar el castigo de Dios y el juicio que tu merecías, pero lo hizo porque te ama. Él te busca, si quieres ser salvo has como Okene, agarra su mano para que te salve. ¿Cómo es esto? Arrepintiéndote de tus pecados y aceptando la obra que Cristo hizo en la cruz como suficiente para salvarte. Cristo mismo te da la seguridad, Él dijo: “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida” (Juan 5:24).
Miguel Mosquera