Este es mi Hijo amado

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Mientras él aún hablaba, una nube de luz los cubrió; y he aquí una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd.Mateo 17:5

En dos oportunidades, en la vida del Señor Jesucristo, escuchamos al Padre decir estas palabras. Primero las escuchamos en el bautismo del Señor, al comienzo de su ministerio terrenal; luego las escuchamos en el monte de la transfiguración, ya casi al final de su ministerio. José le dijo a Faraón que «el suceder el sueño a Faraón dos veces, significa que la cosa es firme de parte de Dios» (Génesis 41:32), y sin duda podemos decir lo mismo en esta ocasión; que Dios haya dicho dos veces significa que es firme en lo que dijo: el Padre encuentra pleno contentamiento en la persona del Señor Jesucristo.

Notemos tres cosas en esta declaración:

La Singularidad del Hijo

Dios tiene un Hijo, es único, es incomparable. La relación entre Dios el Padre y Dios el Hijo es una relación estrecha y especial. «Porque ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Mi Hijo eres tú, Yo te he engendrado hoy?» (Hebreos 1:5). Para Dios no hay otro como Él. Es importante notar la ocasión en que Dios dijo esto. En el bautismo del Señor habían muchas personas que eran bautizados, confesando sus pecados. El Señor no tenía ningún pecado que confesar, porque no tenía pecado. Dios habla desde el cielo para testificar a la multitud que Él se agrada plenamente de su Hijo, que Él es perfecto, y por lo tanto el Hijo no puede ser rebajado al nivel o la condición de cualquier otro pecador. La segunda ocasión en que escuchamos esta declaración es en el monte de la transfiguración. El Señor Jesucristo se transfiguró delante de sus discípulos, mostrando por un momento el resplandor de su gloria. Junto al Señor aparecen Moisés y Elías. Pedro, sin saber lo que estaba diciendo, sugiere que se hagan enramadas para los tres, colocando a Moisés y Elías al mismo nivel del Señor. Dios habla nuevamente para dar a entender que ninguna otra persona puede ser exaltada al mismo nivel del Hijo.

La Satisfacción del Padre

Dios tiene complacencia en el Hijo. Su vida, sus milagros, sus palabras, su obediencia a la voluntad de Dios, son algunas razones por las cuales el Padre tiene pleno contentamiento por el Hijo. Cristo amó a Dios sobre todas las cosas, amaba al prójimo como a sí mismo. Cumplió la ley sin faltar en ningún mandamiento. No era solamente la ausencia de pecado en la vida del Señor sino también la obediencia a la voluntad del Padre. No era sólo que Él no hacía nada que fuera malo, sino también que siempre hacía lo que era bueno.

La Solicitud que Dios nos hace

En la transfiguración Dios dice algo adicional que no lo dice en el bautismo: «a Él oíd». Moisés y Elías estaban hablando con el Señor y el tema de la conversación era «su partida, que  iba Jesús a cumplir en Jerusalén» (Lucas 9:31). La palabra ‘oíd’, es más que sólo escuchar; implica prestar atención, considerar, entender y aprender de lo que se está diciendo. Que tomemos tiempo para escuchar Su voz, meditar y aprender de Él, tanto de su persona como de su obra en la cruz.

Miguel Mosquera

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