“Y le dijo el Rabsaces: Decid ahora a Ezequías: Así dice el gran rey de Asiria: ¿Qué confianza es esta en que te apoyas?” (2 Reyes 18:19)
La historia de Ezequías se presenta como una luz en medio de tanta oscuridad que vivía el pueblo de Israel y Judá. Al leer los libros de 1º y 2º de Reyes y llegar a este capítulo ya habrá notado lo repetitivo de la expresión “hizo lo malo ante los ojos de Jehová”. Pero de Ezequías se dice que “en Jehová Dios puso su esperanza, ni después ni antes de él hubo otro como él entre los reyes de Judá. Porque siguió a Jehová”. Pero seguir a Jehová no le libró de los problemas.
Quiso honrar a Dios no sirviendo al rey de Asiria pero ahora tenía todo un ejército mucho más grande que el de Judá, y además furioso porque no le habían obedecido. La pregunta sale desafiante de parte de Rabsaces, quiere crear la duda. Más adelante el mismo Rabsaces dice que Jehová le ha enviado a destruir a Jerusalén, quiere hacer sentir a Ezequías solo. Todo parece en su contra. Pero Ezequías estaba seguro de a quién le había puesto su confianza.Con frecuencia el enemigo hace esto, especialmente con los que han puesto firme su convicción en consagrarse a Dios y honrarle. La actitud de Ezequías es digna seguir. Entró a la casa de Dios, a la misma presencia de Dios a consultarle. Se humilló y engrandeció a Dios. Los problemas y las pruebas vienen a nuestra vida para hacer ver el brillo de nuestra fe. Para enseñarnos a afirmar nuestra confianza en Dios y Su Palabra. “Estos confían en carros, y aquéllos en caballos; mas nosotros del nombre de Jehová nuestro Dios tendremos memoria” (Salmo 20:7).
Romer Miguel Mosquera
Foto en portada y texto: King’s College por Petr Kratochvil (mod. 1018x460px)